¿El saben aquel que diu…?

CARLOS HERRERA – ABC – 13/11/15

Carlos Herrera
Carlos Herrera

· Creo que Mas debería empezar así su próximo intento de investidura. Igual ablanda a los arapajoes de la CUP.

Tengo la cansina sensación de que esta columna la he escrito varias veces. Esa fatiga de los mensajes sobados. Me pongo a aporrear el piano y creo que la melodía es parecida a la de tantas tardes de gintonic y habano: chica deja chico, desamor por los arribes de un puerto, aire cálido de abril en el rostro de lágrimas secas. Yo qué sé. Esto ya lo he escrito, sí, pero es que vuelve a pasar, y se repite la escena de vodevil que, en el fondo, vivimos tantas veces a lo largo de estas vidas de sainete. Ooootra vez de Cataluña. Oooootra vez de los independentistas.

Pero esta vez, ya, como pasillo de comedias; nada de dramas, nada de desgarros, nada de alarmas sociales, nada de momentos finiseculares. Semana trágica convertida en semana cómica. La semana de futuro estudio en las escuelas de la Arcadia Feliz se ha convertido en semana de bochorno para las personas medianamente sensatas e, incluso, para los sandios dedicados a los proyectos de laboratorio del doctor bacterio. Algún día habrá que repasar los libros de texto y ver cómo se cuentan aquellos vertiginosos días en los que una pandilla de ridículos actores hicieron de su épica un chiste de teatro portátil.

Al grano. Artur Mas, el hombre que menguaba día a día –Santiago González copyright–, ha hecho lo que ha podido, pero no ha conseguido convencer –de momento– a los iracundos carpetovetónicos del redivivo anarquismo catalán. Ha propuesto hasta borrarse, difuminarse, inhibirse. Les ha dicho que le pueden echar en diez meses, que les jura no tocar ni el teléfono de su despacho, que todo lo van a llevar los tres linces que le acompañan… De momento, insisto, la alegre muchachada convencida de que el futuro pasa por resucitar a Enver Hoxa, ha dicho que no, que él no es el hombre indicado para pilotar el desguace, el despelote, la bacanal definitiva.

Entiendo perfectamente el desconcierto. No hemos hecho la guerra para esto, decían los antiguos; no hemos iniciado la revolución para este chiste, dicen los modernos. Lees a sus articulistas de cabecera y entiendes que haya algunos dispuestos a tirarse al Llobregat –que casi no lleva agua– con un fajo de periódicos atados al cuello. Ves sus programas de televisión, esos que tantas vidas han perdonado, y comprendes el rictus de desencanto de los que ayer mismo parecían soldados de la Tierra Media a punto de conquistar la Tierra Baja. O la Alta, que no tengo ni puñetera idea de Tolkien y no sé por qué me meto a hacer metáforas innecesarias.

Entiendo, digo, a los perplejos. ¿Para esto hemos salido en procesión, Diada tras Diada, tantos millones de criaturas a reclamar lo que sólo es nuestro y nada más que nuestro? ¿Hemos dedicado un día de fiesta a manifestarnos como si no hubiese mañana para que todo dependa de unos desarrapados con aspecto de batasunos demodés? Entiendo que el chiste sea malajón, que no tenga gracia, que se pregunten cómo hemos podido llegar hasta esto, que crean que del ridículo no se vuelve nunca, pero ¿qué se creían que era eso de chulear y desafiar a un Estado? ¿Creían de verdad que era decir «aixó s’acabat» y que con eso todo quedaba disuelto? ¿Creían que todo era juntar un puñado de votos heterogéneos y salir del edificio entre vítores de la familia del administrador?

Eugenio, aquél gran creador del estereotipo del catalán sin gracia que tenía, precisamente por eso, toda la gracia, lo definía en una frase que resume bien todo comienzo de «acudit»: «El saben aquel que diu?». Creo que Mas debería empezar así su próximo intento de investidura. Igual ablanda a los arapajoes de la CUP.

CARLOS HERRERA – ABC – 13/11/15