Luis María Ansón, EL MUNDO, 14/6/11
ÍÑIGO URKULLU tuvo la desvergüenza, tras la deslegalización de Sortu, de amenazar públicamente a Zapatero con no apoyar los Presupuestos si el presidente circunflejo incumplía el acuerdo secreto con los nacionalistas de garantizar la presencia de Bildu en las elecciones. Así nos enteramos de forma incontestable de lo que ya sabíamos: que Zapatero y Urkullu, puenteando al lendakari López y abofeteándole, habían pactado atender las exigencias de Eta.
La posición histórica del PNV en relación a los brazos políticos que la banda terrorista ha exhibido a lo largo de los años, no tiene justificación democrática pero se puede entender. Porque el miedo no es libre. Desde hace treinta años el PNV está acongojado. Tiene pavor a que sus militantes y los familiares de sus militantes sean asesinados, secuestrados o extorsionados por Eta. El salvoconducto para salir del punto de mira de los terroristas ha sido apoyar de forma tenaz a los diversos brazos políticos que la banda ha utilizado para financiarse a través de su presencia en los ayuntamientos.
Durante largos años, además, el PNV se ha beneficiado políticamente de la violencia etarra. Como explicó muy bien Xavier Arzallus unos zarandean el árbol y otros recogen las nueces. En las últimas elecciones, Eta ha continuado agitando el árbol pero se dispone además a recoger las nueces. El mundo terrorista se va a financiar copiosamente del control etarra sobre cerca de un centenar de municipios vascongados.
El País Vasco vive bajo la dictadura del miedo desde hace más de treinta años. Y eso explica, que no justifica, la cobardía del PNV, partido que, por cierto, ve ya peligrar su preponderancia nacionalista en las provincias vascongadas. Si lamentable resulta la cobardía peneuvista, lo que no parece de recibo es que José Luis Rodríguez Zapatero haya negociado políticamente de tú a tú con Eta; que, entre otras indignidades supinas, diera a la banda terrorista garantías de que estaría presente en las instituciones vascas; que pactara, por añadidura, con el PNV la seguridad de que se cumpliría el compromiso contraído con los etarras.
Y que, efectivamente, tras hacer el paripé ante el pueblo español de condenas, rechazo a Batasuna, luego a Sortu, maniobrara en el Tribunal Constitucional para humillar al Tribunal Supremo, que había sentenciado contra la legalización de Bildu, y en el último minuto, cuando ya no había tiempo de reaccionar, disimulara su atroz pacto político con Eta y PNV como si se tratara de una decisión judicial.
En unas provincias españolas que padecen bajo la dictadura del miedo, Bildu, es decir, Eta, según el Tribunal Supremo, se ha encaramado en las instituciones y sin el menor pudor lo primero que ha hecho es arriar la bandera española de edificios públicos, izar en su lugar retratos de etarras, zarandear e insultar a los concejales del PP por no plegarse a sus exigencias, anunciar el apoyo a los presos etarras, proclamar su actividad en favor de la independencia y participar en manifestaciones junto a la banda terrorista. Eso, de entrada. Con la adenda de que los terroristas se financiarán copiosamente a través de los municipios que Bildu controla.
A semejante situación de oprobio nos ha conducido la disparatada política de Zapatero. El presidente dadivoso es el gran responsable de que Eta se enseñoree en las instituciones del País Vasco donde no hay elecciones libres sino mucho miedo, cada vez más. Las consecuencias de los despropósitos zapatéticos zarandearán a varias generaciones de españoles.
Luis María Ansón, EL MUNDO, 14/6/11