López y Urkullu ahondan las heridas entre sus partidos tras las elecciones

Las casi nulas relaciones políticas que el Gobierno y el PSE mantenían con el PNV antes del 22-M se han convertido tras la discusión de los pactos poselectorales y la constitución de las corporaciones el pasado sábado en un enfrentamiento abierto de los más duros de estos dos años de legislatura.

Tras sucesivos cruces de acusaciones entre ambas formaciones, ayer fueron sus respectivos líderes quienes escenificaron en público el tamaño de las heridas. El lehendakari y secretario general del PSE, Patxi López, acusó a su rival político de rearmar un frente nacionalista en detrimento de la estabilidad institucional. Y el líder peneuvista, Iñigo Urkullu, desenterró el argumento de cuestionar la legitimidad de un Ejecutivo soportado sobre dos fuerzas (los propios socialistas y el PP) con menos de un 30% de respaldo, según los últimos comicios.

La imposibilidad de llegar a un pacto en los consistorios ha colmado la paciencia de ambos. Entrevistado en la SER, López acusó al PNV de haber escenificado junto a Bildu un pacto contra su partido, ejemplificado en el cruce de votos entre ambas formaciones nacionalistas para dejar al PSE sin las alcaldías de Lasarte y Trapagaran. «Estamos atravesando un momento en el que algunos quieren volvernos diez años hacia atrás para recuperar la política de trincheras», advirtió el lehendakari, quien recordó que muchos consistorios se han quedado sin mayoría absoluta y, en consecuencia, buena parte de Euskadi está «en manos de quien se opone a todo lo que supone avance», en alusión a Bildu. De ello culpó a los nacionalistas por negarse a un acuerdo de estabilidad institucional.

En otra entrevista en Radio Euskadi, Urkullu se dijo disgustado por el papel de su partido en Lasarte, donde sus dos ediles desobedecieron la orden de votarse a sí mismos. La ejecutiva del partido tiene sobre la mesa la posibilidad de abrirles un expediente.

El presidente del PNV rechazó la idea de un pacto con Bildu y lamentó las «insidias e injurias» que su partido sufre al respecto. Urkullu recordó que los votos sumados por PSE y PP el 22-M solo suponen el 30%, un dato al que recurrió para insistir en la deslegitimación del Gobierno. «Si alguien pensaba que la representación institucional de los diez últimos años, trucada por la ley de Partidos, era la fotografía real de la sociedad vasca, se ha equivocado de plano», indicó.

El último recado se lo mandó a López vía Madrid, al plantear si el lehendakari, con su petición de un congreso extraordinario del PSOE, ha podido poner en riesgo la continuidad del presidente Zapatero, cuya relación con el PNV es mucho más fluida que la que mantiene el PSE. Mientras las relaciones de los dirigentes peneuvistas con miembros del Gobierno central son más fluidas, la brecha con los socialistas vascos se ahonda por momentos.

«Con más sentido que nunca»

La entrega de los Premios Ramón Rubial en su quinta edición sirvió anoche al

lehendakari,

Patxi López, para ratificar su tesis de la «acumulación de fuerzas soberanistas» sobre la que ya había insistido por la mñana en la SER. A ese supuesto pacto recurrió como argumento para sostener que su Gobierno «tiene ahora más sentido que nunca». Y «vuelve a corresponder» al PSE «poner en valor el desarrollo, el bienestar y el avance» de un País Vasco que, según esgrimió en su intervención en el Kursaal donostiarra, no es posible construir «unos contra otros».

Aunque sin hacer una mención expresa, López dejó caer una crítica al PNV por haber «dimitido de su responsabilidad». «Hacia el final de la violencia se debe caminar asentando la convivencia entre distintos y no la división o el enfrentamiento», aseveró, antes de abogar por «unir el país y no parcelarlo según la conveniencia del partido de turno». Aseguró que ETA está derrotada porque sabe que «nunca conseguirá nada mediante la violencia», si bien instó a los ciudadanos a «seguir luchando por la libertad».

López aprovechó la ocasión para deplorar las amenazas y los insultos sufridos el sábado por un concejal del PP durante la constitución del Ayuntamiento de Elorrio. Este hecho, advirtió, no supone una excepción, como «lo han querido calificar desde Bildu», sino «un acto injustificable que merece el rechazo y la condena sin medias tintas». «A falta de programa, en muchos consistorios se hablará solo de presos y Udalbiltza», remachó.

EL PAÍS, 14/6/2011