EL MUNDO – 18/06/15
· La vicepresidenta Joana Ortega y los ‘consellers’ Ramon Espadaler y Josep Maria Pelegrí dejan el Govern El partido defiende su decisión por «coherencia», como respuesta al «ultimátum» de CDC.
El plan de Artur Mas para que Cataluña se convierta en un Estado independiente en menos de dos años ha provocado la ruptura de CiU. Tras 37 años de vida en común, los dos partidos que integran la federación nacionalista dieron ayer el primer paso hacia el divorcio con la salida del Govern de los tres consellers de Unió, incluida la vicepresidenta Joana Ortega, que deja la política.
A Unió y a su líder, Josep Antoni Duran Lleida, les molestó sobre todo el «ultimátum» de Convergència, que en su día planteó que, o bien sus socios accedían a defender de forma explícita la independencia en las elecciones del 27 de septiembre, o bien se debían presentar a ellas por separado. Pese a que los democristianos quieren mantener el grupo de CiU en los ayuntamientos –y pese a que afirman que el paso de ayer no conlleva la ruptura de la federación–, ya hay movimientos para que Unió presente una candidatura propia en las autonómicas, enfrentada a la lista soberanista todavía sin siglas que encabezará Artur Mas.
El problema a estas alturas es quién aparece a los ojos de los catalanes como artífice de la ruptura, según admitían ayer fuentes de la federación. Por eso los dos partidos se resistían a confirmar el fin del exitoso artefacto electoral que ideó Jordi Pujol en 1978, y que desde entonces se ha presentado con las siglas de CiU a 36 convocatorias electorales.
Además de Ortega, otros dos pesos pesados de Unió dejarán el Govern de forma inminente. Se trata de Ramon Espadaler (que es titular de Interior y secretario general de su partido y de CiU) y Josep Maria Pelegrí, conseller de Agricultura.
Ha sido el desenlace del ultimátum que Convergència lanzó el lunes, cuando dio a los democristianos tres días para sumarse a la hoja de ruta que Mas pactó en marzo con Oriol Junqueras, el líder de ERC. Ese acuerdo establece que los firmantes se presentarán al 27-S pidiendo de forma clara la independencia de Cataluña, y pauta un calendario de 18 meses para redactar una Constitución y, finalmente, proclamar el nuevo Estado si logran imponerse en esos comicios.
Los militantes de Unió aprobaron el domingo por la mínima, en una consulta interna, un plan propio elaborado por la dirección del partido en el que se comprometían a dar apoyo al «proceso» –no se citaba la independencia– siempre que se cumplieran seis condiciones. Varias de ellas son incompatibles con la hoja de ruta de Mas y Junqueras, como la de cumplir siempre la legalidad vigente, la de descartar la secesión unilateral o la de garantizar que Cataluña permanecerá en cualquier caso dentro de la UE.
Ayer, un día antes de que venciera el plazo, Unió rechazó el ultimátum de sus socios. Tras varias reuniones –la última de ellas, la de Espadaler con el president Mas–, Duran lamentó que Convergència no diera opción al «diálogo» que le habían pedido para conciliar las dos propuestas. Pero el partido grande de la federación ha concluido que la ambigüedad –y no la radicalización– le ha pasado factura en convocatorias anteriores, y que sólo dará el cariz plebiscitario que pretende al 27-S si presenta un programa explícitamente independentista.
Molesto por «las formas y el fondo» del ultimátum, Espadaler explicó sin embargo que la voluntad de Unió «no es acabar» con la federación de CiU. De hecho, afirmó que «Duran no se plantea en ningún momento abandonar el grupo parlamentario en Madrid».
«Unió no está en contra del sí [a la independencia], y la pregunta que formulamos incluía ese sí, pero hemos llegado a la conclusión de que hace falta ensanchar el posicionamiento de quienes quieran dar continuidad al procés. Nuestra propuesta incluía otras posiciones que seguimos pensando que es importante que estén vinculadas a él», añadió el número dos de Duran, que defendió que han adoptado la decisión «por coherencia».
Es decir: Unió lamenta que Convergència «no se mueva» y no busque incluir en el consenso a quienes no ponen la independencia de Cataluña por delante de cualquier otro objetivo electoral.
Unió se compromete en todo caso a «garantizar la estabilidad parlamentaria del Govern hasta el último día de la legislatura», sigan o no sigan los 14 diputados de Unió dentro del grupo parlamentario de CiU. Sin ellos, el Ejecutivo de Mas, que también tiene apoyo de Esquerra, quedaría en minoría en la Cámara catalana, aunque los republicanos ya se ofrecieron ayer para entrar en el Govern si es necesario.
La reunión de Unió fue tensa desde el principio, porque los críticos se sienten legitimados tras la consulta del domingo –perdieron sólo por 95 votos– para reivindicarse como los guardianes de las esencias del partido, fundado en 1931. La ajustada votación dentro de la dirección –hubo 16 votos a favor de dejar el Govern, 10 en contra y dos abstenciones– y algunas anécdotas, como el hecho de que se obligara a todos los participantes en el encuentro a dejar sus teléfonos en una caja para evitar filtraciones, dan una idea de la división interna.
El sector independentista, además, se declaró en rebeldía con respecto a la resolución de la dirección: los díscolos que tienen responsabilidades en el Govern no las abandonarán. Es el caso de al menos Antoni Castellà, secretario de Universidades –que podría formar parte de la lista que está preparando Mas para el 27-S–, y de Carles Sala, secretario de Vivienda de la Generalitat. Castellà afirmó que interpretan la salida de Unió del Govern como un «chantaje» a Mas para que dé marcha atrás en su apuesta independentista, y que no quieren participar de él.
Además, pidieron que se convoque un congreso del partido para concretar si Unió apoya o no la ruptura con el resto de España, y para decidir si se presenta junto a sus todavía socios el 27-S.
La cúpula de Convergència se reunió anoche, con Mas a la cabeza, para estudiar cómo afrontar la situación. El encuentro se prolongó tanto que la portavoz del partido, Mercè Conesa, explicó que no darían explicaciones públicas hasta hoy, cuando el coordinador general convergente, Josep Rull, ofrecerá una rueda de prensa. El sábado, en el acto inaugural de la campaña Bienvenidos al futuro, Mas explicará con qué fórmula piensa afrontar el 27-S. Pero ya está claro que se ha acabado una época, porque CiU, al menos como la hemos conocido hasta ahora, no se presentará a esas elecciones.