Tonia Etxarri-El Correo
Se esperaban pocos sobresaltos ya en los tres días hábiles que quedan de campaña, una vez consumados los dos debates televisivos. Pero ayer el PP recibió una fuerte sacudida al enterarse, a través de los medios, que el expresidente de la Comunidad de Madrid abandonaba su partido y su candidatura en el número 4 en las listas europeas para presentarse con Ciudadanos, por Madrid. Esta fuga (que viene a engrosar una lista de desencantados y agraviados del PP que se han ido buscando la vida en el partido naranja o en Vox) se produce en vísperas de las elecciones generales.
Las formas que ha elegido Ángel Garrido para comunicar su decisión dejan mucho que desear. Sin avisar a su partido donde ha militado treinta años. Aparece ante los medios para comunicar su fichaje (de número 13 en las listas de Madrid) el mismo día en que se publicaba su candidatura en las listas europeas por el PP. Pablo Casado se enteró a la vez que los periodistas. Detalles tan poco elegantes que reflejan una necesidad de desquite, de venganza premeditada.
Lo que subyace de esta ‘mudanza’ a Ciudadanos es un desafección hacia el partido en donde se curtió después de que Pablo Casado se equivocara a la hora de confeccionar las listas electorales. Creyó que el ‘txoko’ europeo era un buen premio de consolación para ir cobijando a políticos de la vieja escuela. Pero no le ha salido bien en todos los casos. Carlos Iturgaitz, al verse relegado al puesto 17 en la lista europea ha decidido irse a casa. Otros se quedaron fuera de juego y renegaron de sus clásicos para apuntarse a Vox.
Las excusas de Garrido insinúan efectos colaterales de la irrupción del partido de Santiago Abascal. Que han obligado a Casado a forzar un perfil más conservador que liberal. Pero sus comentarios recientes, hasta la semana pasada pidiendo el voto útil para el PP, dejan entrever que, más allá de los principios, ha preferido estar donde se le valora, aunque sea en otro partido.
Se ha olvidado ya de sus acusaciones al partido de Rivera («tonto útil y oportunista»). Ciudadanos trazó un plan para fichar a cargos del PP. También del PSOE. Y la operación le está dando una imagen de partido que crece. Justo al revés que el PP. El mensaje de Garrido diciendo que Ciudadanos es el centro deja a Casado en un extremo. Donde no quiere ubicarse el PP. Además de la sorpresa que ha supuesto este ‘plantón’, puede ser un torpedo en la línea de flotación del PP pero también puede penalizar a Ciudadanos como partido dispuesto a convertir la política de fichajes en un mercadeo.