El suicidio vasco

El retrato social de la juventud vasca es demoledor y pone frente a los viejos nacionalistas la imagen del futuro: la noble y trabajadora Euzkadi sustituida por los revolucionarios anarco-marxistas de la camiseta raída y el pendiente. Que Imaz llame a la deslegitimación de los matones es novedoso. Aún hay esperanza de que el PNV participe en la imprescindible regeneración vasca.

Somos bastantes los vascos crecientemente persuadidos de que nuestra tierra se dirige inexorablemente hacia el suicidio social. En forma de sustitución de nuestra prosperidad por la decadencia económica, cultural y social. Por el terrorismo. Por el fin de la esperanza de cambio político con el abandono socialista de la alternativa constitucionalista. Y por la locura identitaria de un nacionalismo que sustituyó el afán de crear, de producir y de prosperar, aquello de lo que tanto nos enorgullecíamos, por el afán de ser.

El órdago de Imaz contra la radicalización de su partido y contra su creciente simbiosis con la estrategia del nacionalismo violento me suscita una pequeña esperanza. De rectificación del rumbo antes de que nos deslicemos por el precipicio. No sé si el giro de Imaz se debe a la constatación electoral de la trayectoria CIU en la que el PNV se está embarcando, es decir, su sustitución política por los radicales batasunos. Pero parece más bien, a juzgar por sus últimas reflexiones, que Imaz también ha percibido el precipicio.

Que ha constatado lo que muchos de sus votantes piensan en silencio desde hace mucho tiempo. Que los peneuvistas no pueden ir de la mano de los matones mientras los empresarios, bastantes de los cuales también les votan, reciben cartas de extorsión de esos mismos matones. O mientras sus hijos imitan la estética de Txeroki, de Jon Bienzobas o de De Juana, el retrato social de la juventud vasca es demoledor, y ponen delante de los ojos de los viejos nacionalistas las figuras que reemplazarán a los curtidos aldeanos, a los valientes pescadores y a los admirados emprendedores de antaño. La noble y trabajadora Euzkadi sustituida por los revolucionarios anarco-marxistas de la camiseta raída y el pendiente. Asesinos, por más señas.

El aspecto esencial del giro de Imaz es su claridad en la separación de esos asesinos. Que el presidente del PNV llame a la deslegitimacón social de los matones, no sólo a la lucha policial, es novedoso. Cuando tan entregado al radicalismo parecía, aún hay esperanza de que el PNV participe en la imprescindible regeneración vasca.

Edurne Uriarte, ABC, 19/7/2007