Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

Si ayer fue el Banco de España quien nos dio el susto del día, hoy le ha tocado ejercer de agorero al Gobierno vasco. Los datos difieren, pero la impresión general coincide. Nueva previsión, es decir, peor previsión. En el mes de abril, cuando todavía hablábamos de un confinamiento de dos meses, la estimación realizada para la caída del PIB en el País Vasco era de ‘tan solo’ el 3,6%. Hoy, que ya sabemos que esto es más largo y que después del confinamiento legal nos quedará por superar el confinamiento mental, los datos apuntan a un terrible 8,7%, lo que medido en términos de empleo, que es lo que más nos interesa, se resume en 68.000 puestos de trabajo perdidos. Demasiados y, en consecuencia, nos iremos hasta un 13,7% de paro, cuando llevábamos mucho tiempo por debajo del 10%.

Le comentaba ayer que no sé si es bueno esto de recibir tanta noticia mala. En realidad ya sabemos que la crisis es grave y que la recuperación vendrá más tarde y probablemente sea más intensa. Tenemos datos más que suficientes, desde los organismos más diversos -cercanos y lejanos, específicos y generales, oficiales y privados-, para sustentar esa afirmación.

Por eso quizás deberíamos limitarnos a reflejar lo que suceda y no anticipar más lo que va a suceder. Sabemos sus líneas fundamentales. Así, podemos concentrarnos en definir lo que vamos a hacer. También sabemos que se han arbitrado muchas medidas para facilitar la liquidez del sistema y para apuntalar las emergencias sociales que van surgiendo. Pero sabemos menos y hemos debatido poco de lo que deberíamos hacer para encarar la obligada reconstrucción.

Desde luego, si el modelo a seguir es el planteado en la Comisión de Reconstrucción puesta en marcha por el Gobierno, conducida al Congreso por el PP, abarrotada por la presencia de todos los partidos, dirigida por personas poco adecuadas y sumida en el más esterilizante de los enfrentamientos, no vamos a ningún lado. De ahí no nos llega la esperanza, de ahí nos llega solo el ruido ensordecedor de la temeraria bronca política.

Por eso, y ya que hablamos hoy de los datos correspondientes a Euskadi y considerando que aquí somos menos, nos conocemos mejor y nos llevamos -algunos- también mejor, quizás haya llegado el momento de que el lehendakari encabece un grupo de trabajo que debe representar a los agentes sociales y económicos encargados de sacar esto adelante, unidos a cuantos personajes de la Universidad puedan aportar su conocimiento y sus ideas a esta dura tarea.