Tonia Etxarri-EL CORREO

El fracasado Rivera huía de la división política en dos bloques: las derechas, las izquierdas, tan mencionadas por Sánchez en su puesta al día del enfrentamiento de la Guerra Civil que creíamos superado en la Transición. Una alineación aplaudida por quien va a ser vicepresidente del próximo Gobierno: Pablo Iglesias. Azules y rojos. Derechas e izquierdas. Buenos y malos. No están los tiempos para pactos transversales. Esto es lo que hay. Pero existe, además, un tercer bloque que se cimenta sobre los nacionalismos y que ha sido decisivo a la hora de facilitar, o no, los gobiernos de España. El PNV y los convergentes catalanes han sido piezas fundamentales que inclinaron la balanza de la gobernabilidad con tres presidentes distintos: González, Aznar y Zapatero. Ahora que el centro -con el desplome de Ciudadanos- se difumina en un Parlamento cada vez más extrapolado, el bloque nacionalista (aunque dividido en Cataluña) vuelve a adquirir un papel decisivo para garantizar el gobierno del PSOE con la extrema izquierda. Después del pacto de la moción de censura y las alianzas en algunas comunidades autónomas, ayuntamientos y diputaciones, han obtenido, en general, mejores resultados en las últimas elecciones. ¿Para qué cambiar? A Sánchez se le acaba de complicar un poco más la aritmética de los apoyos para su investidura. Uno de sus socios preferentes, el PNV, ha perdido un escaño en Bizkaia en favor del PP, que consigue recuperar presencia vasca en el Congreso. Podrá contar, entonces, con seis diputados del PNV en lugar de siete. En La Moncloa calculan que Sánchez necesitaría 13 abstenciones para resultar elegido en la segunda votación. Justo el número de diputados de ERC, que ya ha exhibido su pliego de condiciones. El bien ponderado por los socialistas, Pere Aragonès, recuerda el listón de la Generalitat: el Pacto de Pedralbes. Aquel documento que obvió cualquier referencia expresa a la Constitución y estableció la creación de un organismo paralelo al Parlamento catalán (una mesa de partidos) supervisada por un ‘relator’. Esa figura que tanto le costó definir a Carmen Calvo. ¡Ah! Y una interlocución bilateral. De igual a igual. El Parlamento catalán tiene un pie fuera de la ley. La AP-7 ha estado bloqueada los días que han querido los saboteadores. O independencia o barbarie, dicen. Y a Torra le parece estupendo. Sánchez estudia ofrecer a ERC entrar en el Poder Judicial. Tendrá que ir cediendo. Si además el PSOE se va ‘podemizando’, o no, lo veremos con el tiempo. ¿Qué puede salir mal?