EL CORREO 29/05/14
· Francia, Reino Unido e Italia exigen dar un giro radical a las políticas comunitarias frente a una Alemania que pide calma sin cerrar filas con Juncker
Europa está en estado de ‘shock’. Las elecciones del pasado domingo, el imparable avance de ese esperpéntico ramillete de siglas euroescépticas, eurófobas, extremistas e incluso filonazis, han desconcertado a los grandes líderes de la Unión Europea, que, aturdidos, no saben qué dirección tomar. El debate de los nombres ha dado paso al debate de las políticas estructurales, de las ideas, de qué hacer para sortear este ‘tsunami’ de desencanto provocado por la peor crisis económica vivida desde la Segunda Guerra Mundial. Francia, Reino Unido o Italia exigen un cambio de rumbo de 180 grados. Alemania, mientras tanto, pide calma. «Dos días después de las elecciones no se puede decir blanco o negro», matizó la canciller, Angela Merkel, que pese a sufrir un importante desgaste en su país, lidera el partido más respaldado por los votantes.
Si algo evidenció la cumbre informal de jefes de Estado y de gobierno celebrada la noche del martes en Bruselas es que Europa está fracturada. 28 países, 28 líderes y 28 realidades tan diferentes y complejas que es difícil alcanzar puntos en común. Mientras el presidente francés, François Hollande, se mueve acechado por el nerviosismo que le provoca el fenómeno Le Pen, Matteo Renzi, primer ministro italiano y único gran líder comunitario realmente vencedor la noche del 25-M, se abona a la cultura del cambio y del crecimiento, dejando a un lado el debate de los candidatos. Y en paralelo, Reino Unido sigue obsesionado por evitar a toda costa el nombramiento del popular Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión Europea por considerarlo demasiado europeísta y un líder del pasado, «todo lo contrario de lo que ahora necesitamos».
Tres de las cinco principales economías de la UE han levantado la voz. La primera es Alemania y la quinta, España, que pasó de puntillas por la cumbre pero no dio puntada sin hilo. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que sí apoyó al candidato luxemburgués del PPE, presentó tres grandes líneas de actuación de cara a esta legislatura: empleo y crecimiento, inmigración y energía. Madrid jamás entrará en guerras con Berlín, pero sí es cierto que el debate antiausteridad que ya ha empezado a extenderse puede dar a España un empujón clave para poder salir de la crisis. De hecho, a la salida de la cena, el propio presidente pidió al BCE que haga unas políticas monetarias más expansivas, algo que en público sólo había solicitado París.
El debate de los candidatos
Otra de las grandes conclusiones de la cumbre (se prolongó durante más de cinco horas hasta pasada la medianoche) es que el aspirante del Partido Popular lo tiene más que complicado para presidir la Comisión. Ganó las elecciones, sacó 23 escaños de diferencia al S&D de Martin Shulz, pero sus 214 actas le dejan muy lejos de los 376 apoyos necesarios para recibir el plácet de la Eurocámara. Necesita sí o sí la gran coalición con los socialistas, que siguen defendiendo su candidatura. Ayer, de hecho, su líder en el Parlamento, Hannes Swoboda, tachó de «cómico» que le den su apoyo a Juncker cuando ni siquiera es capaz de tener el respaldo del Consejo.
Y es que antes de que los Veintiocho lleven una propuesta ante la Eurocámara, el nombre elegido debe tener la aprobación mayoritaria del propio Consejo. En concreto, el apoyo de dos terceras partes de los países y al menos 260 de los 352 votos en liza (ver ficha). El primer ministro británico, David Cameron, lleva semanas maniobrando para alcanzar la mayoría de bloqueo (también para Schulz). Ha contactado con Suecia, Irlanda, Lituania… Además, Hungría también ha dicho que no y Holanda ha mostrado más que reticencias. Todo ello sin contar a Italia. «Estoy mucho más interesado en discutir cómo gastar bien el dinero europeo para poder crear trabajos y ocupación que en preocuparme sobre un asiento o un nombramiento», zanjó el primer ministro Renzi al término de la cena.
¿Y Merkel? La sensación generalizada es que no tendrá el menor reparo en prescindir de Juncker si así se lo piden los socialistas para poder formar una gran coalición que pueda calmar las aguas de la UE. Según el Tratado de Lisboa, el Consejo deberá tener en cuenta el resultado de las elecciones para designar a un candidato. Sin embargo, Merkel matizó que eso «no significa un automatismo» entre una cosa y otra, ya que en el Consejo hay que buscar mayorías y en el Europarlamento, otras. «Como integrante del PPE, claro que es mi candidato, pero no tiene mayoría suficiente y hay que buscarla», matizó.
Un duro golpe para el veterano ex primer ministro luxemburgués, que terminó de recibir la puntilla cuando se preguntó a la canciller si consideraba que es capaz de liderar el nuevo proyecto de la UE que pide Cameron. «Lo hacer pueden él y muchos otros», recalcó con su media sonrisa.