VEINTE años después de la liberación de Ortega Lara y del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, que el cabecilla batasuno Floren Aoiz, anunció (léase amenazó), como «resaca» tras la «borrachera», es triste ver cómo se vende como derrota el evidente triunfo de la ETA, visible en tres escenarios: la suelta de los asesinos, la asunción de su programa político por toda la izquierda y la marginación en el PP de las víctimas que no respaldan la política sobre la ETA de ZP, asumida como propia por Rajoy, y de los líderes del PP que en aquellos días, en La Moncloa o el PP vasco, vivieron la mayor de las alegrías y la peor y más previsible de las penas.
Toda memoria del terror que no se limite a lagrimitas, Imagine y velitas, es hoy sañudamente perseguida por los nadajoyes, empeñados en administrar nuestros recuerdos con la amenaza de mandar al díscolo al rincón sin subvención. El mismo dinero público que corrompió a la AVT de Alcaraz con el faisán Rubalcaba, compra hoy el aplauso a los faisanes del PP, excarceladores de Bolinaga, carcelero y torturador de Ortega Lara, que era del PP de Aznar, Mayor e Iturgáiz; de ese PP que no tolera Rajoy.
Tras lo de Bolinaga y la suelta masiva de etarras por Gallardón, sólo una semana después de asegurar que no tenía legalmente que hacerlo, nada puede sorprendernos en la política de Rajoy ante el terrorismo. Cuando era o estaba en Interior, me llamaron un día porque habían encontrado en los papeles de la ETA algunos nombres de la COPE. Tuve la impresión de que las víctimas, pasadas o futuras, se las endosaban a Belén Bajo, porque tenía corazón. No es achaque del PP. Lo mismo percibí el día en que casi matan a Aznar, cuando me llamó Belloch para ofrecerme una mutua colaboración.
Pero ni Barrionuevo, Corcuera Asunción, Belloch o Rubalcaba, tal vez ni Tigrekán, habrían teledirigido una fechoría como la de Rajoy a través de Marimar Blanco, marginando a Aznar, Mayor e Iturgáiz del homenaje a su hermano. Un correo impersonal y adiós. A cambio, hablarán Alfonso Alonso y uno de Nuevas Generaciones, nueve añitos cuando entonces. Sólo falta Soraya por María San Gil.
Cuando ZP pactó con la ETA, Rajoy le dijo: «Usted ha traicionado a los vivos y a los muertos». Podría ser su epitafio político. El de aquel PP al que enorgullecía votar, ya lo es.