EL TIEMPO EN LA VENTANA

ABC-IGNACIO CAMACHO

Esta noche nos devuelve la nostalgia de un espejismo: el del regreso a la pureza transparente de los principios

APROVECHA: esta noche tienes permiso para mentir; más aún, es imperativamente necesario que lo hagas, siempre que la mentira vaya envuelta en el oropel sofisticado, tierno, sedoso, de la magia. Hoy las patrañas no sólo están permitidas sino aconsejadas, prescritas por la tradición para mantener intacta la dulce candidez de la infancia. Pocas leyendas hay más hermosas que la de esta deslumbrante madrugada en la que unos Reyes sobrenaturales cruzan el cielo del tiempo para colarse por tu ventana y atravesar el umbral de los sueños con un cargamento de esperanza. Conviértete en el demiurgo capaz de recrear aquella utopía fantástica que en tu niñez dibujaron tus padres alrededor de tu credulidad iluminada. Durante unas horas, esa efímera quimera aleteará en el esplendor de las cabalgatas, en el bullicio de las calles, en el silencio expectante de tu casa. Disfrútala como una bella comedia, como una delicada farsa, como una venial impostura capaz de despenalizar tu bondadoso abuso de confianza. Momento habrá para las verdades perturbadoras, para las revelaciones ásperas, para las evidencias incómodas, para las certezas ingratas; pero ahora puedes entregarte al embuste con la naturalidad liberadora de un político en campaña.

Porque se trata de los niños, y también de nosotros, que lo fuimos y tenemos derecho a reconstruir siquiera por unas horas el territorio del mito, el cálido bucle de seguridad en el que nos creíamos a salvo, invulnerables, protegidos. La etapa liminar en que la familia era aún el reflejo de un paraíso que entonces no sabíamos irremisiblemente perdido. La época de los afectos limpios, de las emociones ingenuas, de los deseos prístinos que podían cumplirse con solo sentirlos. De ahí venimos y ahí regresamos cada año con la nostalgia del espejismo, en busca del misterio insondable que nos devuelva a la nobleza transparente de los principios, a la claridad de la inocencia destruida, a la pureza de los ideales sencillos. A la memoria de lo mejor de nosotros mismos.

Por eso, apura hoy ese breve lapso inmune a la amargura y al desencanto. No le cedas espacio a la monserga ceniza ni al revisionismo de los doctrinarios que siempre intentan disipar con majaderías ideológicas este hechizo sagrado. Que lo hagan cualquier otro día: esta noche es para la imaginación, para la creatividad, para la amorosa fábula colorida con la que exorcizar el desengaño. Para subirte a la carroza de papel de estaño sobre la que escapar de la frustración, del desaliento, del fracaso. Para seguir la estrella que guía la radiante comitiva de los Magos y sentirte cómplice de un fugaz milagro. Para redimirte de la realidad con esta simbólica superchería, con este inofensivo ensalmo.

Miente, pues, con alegría, con exuberancia, sin remordimiento, sin sentirte culpable. Adelante: nadie va a reprocharte que por unas horas mientas como un tal Sánchez.