El tiovivo electoral

EL CORREO 05/10/14
ALBERTO AYALA

· La política vasca entra en precampaña. Llega el momento de la prudencia y de huir de los imprevistos

El tiovivo electoral ya está aquí. La política vasca ha entrado en precampaña. Un ciclo esta vez especialmente largo. Y es que nos aguardan tres citas con las urnas consecutivas.

La primera serán las elecciones municipales y forales de mayo de 2015, autonómicas también en las comunidades no históricas y en Navarra –atención especialísima esta vez a los resultados en el ‘viejo reyno’–. La segunda, las generales de noviembre del año que viene, si Rajoy no decide adelantarlas por consejo de su asesor de cabecera, el todopoderoso Pedro Arriola, que ha terminado con la ley del aborto y con Gallardón. Y justo un año después, en el otoño de 2016, los comicios al Parlamento vasco.

Combatir el desapego
Estamos en pleno movimiento de candidatos. Muchos, muchísimos cambios en los cabezas de lista respecto a 2011. Y buena parte de ellos dirigidos a intentar combatir el evidente desapego ciudadano contra casi todo lo que huela a política.

El PSE se lleva la palma, ya que estrena candidato en las seis grandes instituciones vascas. El PNV, mitad y mitad. EH Bildu y el PP, por su parte, aunque aún no han destapado todas sus cartas, es previsible que se muevan en porcentajes parecidos a los de los jeltzales.

Precampaña suele ser sinónimo de prudencia. De correr pocos riesgos y de dejar aventuras e imprevistos para mañana. Y tampoco parece que esta vez vaya a ser la excepción. Pruebas elocuentes de ello hemos tenido en los últimos días. En el mensaje de mano tendida del PNV al PSE del debate parlamentario de política general de hace diez días. En la relativa moderación de los discursos del Alderdi Eguna del PNV. Y en la prioridad que ha dado esta semana Urkullu a la nueva líder socialista, Idoia Mendia, en su ronda con los partidos vascos.

Las emociones independentistas escocesas han quedado atrás, muy atrás, tras la derrota de Salmond, Y Cataluña queda lejos, lejísimos, para el PNV. No faltará una llamada telefónica, una palmada en la espalda o una representación de más o menos nivel, según discurran los acontecimientos por allá. Pero punto. Las prioridades están aquí. Y en gran medida las va a marcar el PSE. Permanezcan atentos a su pantalla, en este caso a éste su periódico, y lo irán comprobando.

Existe una determinación absoluta en ambas partes a mantener sus acuerdos. Para los peneuvistas, su prioridad absoluta es preservar la estabilidad parlamentaria al gabinete de Urkullu. Aunque ello obligue a dejarse algunos pelos de la gatera con Mendia. Por cierto, como ya ocurrió hace un año con López, cuando los peneuvistas tuvieron que tragar con la reforma fiscal socialista que tanto se había denostado desde Sabin Etxea y no digamos desde el palacio foral de Bizkaia y su inquilino saliente, José Luis Bilbao.

Para los socialistas, las habas están todavía más contadas. Divididos y debilitados hasta un punto difícil de creer hace poco tiempo en Álava tras el nefasto ciclo de Txarli Prieto. Con secuelas postcongresuales mucho menores, pero de alcance desconocido en Bizkaia. Con la amenaza de Podemos en el horizonte que, aunque no concurrirá a las municipales, parece que quiere auspiciar agrupaciones de electores afines. Con este cuadro de situación, transitar de la mano del PNV puede no ser tan mala idea, ni para el presente ni para el medio plazo.

Este es el escenario más probable para los próximos meses. Y ello por más que la izquierda abertzale insista, que insistirá, en la vía catalana hacia la secesión. Y por más que redoble los esfuerzos con el colectivo Gure Esku Dagu para emular el indudable éxito de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) como verdadera vanguardia del soberanismo en el Principado.

PNV y corrupción
Un horizonte, pues, que si no aparecen contratiempos en la relación con el PSE, se presenta relativamente controlado para el PNV. Solo relativamente. ¿La salvedad? El juicio a la presunta trama corrupta alavesa encabezaba por quien fue ‘número dos’ de los jeltzales en Álava, en el que están imputados hasta una quincena de conocidos cargos y alderdikides peneuvistas.

Tras cuatro años y medio de indagaciones judiciales, en las que la judicatura no ha encontrado siempre ni la colaboración ni la diligencia esperable y deseable en la Ertzaintza, la instrucción está virtualmente cerrada. Lo lógico sería que la vista oral se iniciara en los primeros meses del próximo año. Con la que está lloviendo en toda España, y aun sin ello, lo último que quisieran los jeltzales es un juicio por presunta corrupción a unos cuantos de los suyos en plena campaña para las municipales y forales.

Los prestigiosos y caros bufetes de abogados que defienden a algunos de los principales imputados sólo tienen una orden: conseguir recurso a recurso, o casi como sea, posponer la vista a después de las elecciones. El PNV teme que la diferencia entre lograrlo o fracasar en el intento pueda ser un buen puñado de votos.

Luego llegará el momento de los pactos, la constitución de las nuevas instituciones y otro compás de espera hasta las generales de noviembre. Ese es el gran mojón que aguarda el PNV. Entonces se sabrá si el PP sigue en el poder, como hoy por hoy parecería lo más probable dada la fragmentación de la izquierda, con qué números y con qué Parlamento.

Todo lo que suene a debilidad del próximo Gobierno español serán oportunidades de ‘negocio’ para el nacionalismo vasco. Para zanjar el capítulo ETA y para entrar en una nueva fase del autogobierno vasco. En la fase post-Estatuto de Gernika. Mientras, ya saben, prudencia y serenidad.