TONIA ETXARRI-EL CORREO

  • Sánchez echa una mano a Gabilondo porque no reúne la malicia suficiente para la campaña de Madrid
Si con la llegada de Pablo Iglesias a la política este país ha sufrido una agitación permanente con la recuperación del enfrentamiento por bandos en un clima insoportable de ‘guerracivilismo’, su candidatura a las elecciones de Madrid ha elevado el listón de la provocación. Todavía están en precampaña y ya se ha confirmado la premonición. Después del rifirrafe parlamentario de la semana pasada, dijimos que la batalla por Madrid estaría inflamada. Y que habría juego sucio. Ya se ha visto. Mucho insulto y poco fondo. Una campaña en la que hay, por cierto, más protagonistas de los que se presentan como candidatos.

Sánchez ha bajado al ruedo porque lleva tiempo queriendo desalojar al PP de la Comunidad de Madrid. Y sabe que un candidato como el suyo, Gabilondo, tan «soso, serio y formal», corre el peligro de quedar engullido por la miasma de la campaña. Este candidato no era partidario de presentar una moción de censura a Isabel Díaz Ayuso, entre otras cosas. De la misma forma que no es su estilo ir arremetiendo contra las adversarias electorales con insultos.

Pero en su partido lo hacen. Desde el flanco andaluz una veterana socialista dejaba su ‘aportación’ en las redes. Enlazando una imagen de Isabel Díaz Ayuso (PP) y Rocío Monasterio (Vox) con el siguiente pie de foto: «madrileñ@s: no votéis a tontas y a locas». Toda una declaración de principios feministas que si hubiera sido emitida en dirección contraria, ahora estaríamos viendo un despliegue de movilizaciones contra actitudes «machistas». Por ejemplo. Pero así está el ambiente. Y nadie se escandaliza ya de los escándalos.

Es Sánchez quien, en esta ocasión, quiere mudarse al centro y parece que aterriza de otro planeta: «¡Hay polarización!», exclama en los actos de precampaña. Rasgándose las vestiduras ante el «griterío» (el de la derecha, claro). El ‘todos contra todos’ tan habitual en otras campañas se ha centrado en ‘todos contra Díaz Ayuso’ en la contienda de Madrid. Normal. Es la favorita en las encuestas. Y además se ha enfrentado al Gobierno central durante la pandemia sin vulnerar la ley. La Unión Europea le acaba de premiar por su éxito empresarial y sanitario. Pero a Iglesias, el que prefiere los asaltos a los consensos, solo se le ocurre hablar de la derecha «criminal». A ver si cuela.

Los resultados en las urnas el próximo 4 de mayo irán dando pistas sobre el futuro del Gobierno

La animadversión que el comunismo populista y el sanchismo le profesan a Díaz Ayuso tiene el contrapeso en la adhesión que suscita en los sectores conservadores y liberales, que en Madrid están muy movilizados. Por eso Sánchez se ha apuntado a esta batalla. Porque sabe que solo con su candidato no habría malicia suficiente. Ni malas artes. Iglesias, que tiene causas pendientes con la Justicia, quiere enviar a Ayuso a la cárcel. Y así lo dice. Mientras Sánchez asegura que la presidenta de la Comunidad ha bloqueado 600 millones de euros de ayudas a las pymes. Falso, replica Ayuso.

Después del fallido experimento murciano con Ciudadanos, una ‘especie’ en peligro de extinción, el laboratorio de La Moncloa echa humo. Los resultados electorales del 4 de mayo irán dando pistas sobre el futuro del Gobierno. Si se romperá o no el entente PSOE-Podemos dependerá de la correlación de fuerzas de Sánchez. Sin prisas. Esperará a que estemos vacunados y hayamos percibido el maná de los fondos europeos. Entonces, sí. Mientras tanto, y con el Congreso desactivado por el prolongado estado de alarma, intentará seguir gobernando a golpe de decretos.