El tránsfuga regenerador

 

 SANTIAGO GONZÁLEZ-EL MUNDO
El asunto Garrido permite explicar la dificultad de que el PP y Ciudadanos puedan desalojar de La Moncloa a un tipo que se instaló en ella con un plagio en su tesis doctoral, mientras proponía el ejemplo virtuoso de Alemania, donde los ministros plagiarios dimiten cuando son descubiertos: Annette Schavan, ministra de Educación y el ex ministro de Defensa Karl-Theodor zu Guttenberg. Nosotros no podemos compararnos cuantitativamente, aunque cualitativamente sí. Solo hemos tenido un doctor Plagio, pero de nivel presidencial y además moralizante. Se está investigando a Franziska Giffey, ministra de Familia del SPD, pero correosa, como buena socialdemócrata, se resiste a dimitir. Además, Sánchez mostró una falsa carta de la Junta andaluza con, según él, listas negras de trabajadores en violencia de género, cuando era una petición de información de un particular al portal de Transparencia de la Junta. Era mentir a sabiendas como acostumbramos a decir con encantadora redundancia. Normal. Si es de manera inconsciente no es mentir, sino equivocarse, que también suele. La Junta de Andalucía no debería conformarse con instar a La Moncloa a rectificar. El asunto es de querella, pero no parece que eso vaya afectar al favorito en las encuestas, a salvo de la sorpresa que pueda dar Vox pasado mañana.

No hay gran cosa que esperar de Pablo Casado y Albert Rivera. Menos de este último, que después de hacer campaña con la idea de sacar a Sánchez de La Moncloa, practica todas las malas artes contra su obligado socio para tal empeño. Ha vuelto a sacar el coche escoba. ¿Para llevarse qué?, habría que preguntar. Ángel Garrido fue un tipo que defendió con pundonor el cargo tras la obligada dimisión de Cifuentes. Cabe entender que él se considerase el candidato idóneo después de la huelga del taxi y que la dirección de su partido no fue justa, pero en casos como este, lo decente es hacer una peineta al partido, rechazar la compensación de la lista europea y buscarse la vida en otras alternativas políticas. ¿Dónde va Garrido con una hemeroteca en la que su padrino en Ciudadanos, Ignacio Aguado, era «el tonto útil de la izquierda», mientras Casado era «el único líder que puede mejorar España»?

El caso Garrido descalifica tanto al protagonista como al partido que lo ficha. Rivera ya había brillado al captar a Silvia Clemente y hacerla candidata en unas primarias con pucherazo: 82 votos de extranjis sobre los que no se han depurado responsabilidades. Este hombre tiene especial debilidad por el césped del jardín del vecino, que siempre le parece más verde que el propio: Silvia Clemente contra Paco Igea y Joan Mesquida por Fernando Navarro, por citar dos casos que cantaban por sí solos la bondad de la cantera.

Rivera se vino arriba después del primer debate y quiso resolver en el mismo lance dos tareas: dar el sorpasso al PP y sacar a Sánchez de La Moncloa con la ayuda de Casado. Las cosas no suelen ser así: No hay suma, menos aún sin pacto con Vox. No adelantará al PP y en cualquier caso las heridas impedirán en la práctica la coalición. Sánchez ganará al frente de su coalición descabellada. Ángel Garrido se habrá sacado la espina, pero puede mirar su futuro en el presente oscuro de Silvia Clemente.