EL MUNDO – 24/09/15 – IGNACIO VIDAL-FOLCH
· Quizás el Cid Campeador ganase batallas después de muerto como dice la leyenda, pero el nacionalismo tiene aún más mérito pues gana las elecciones antes de que se celebren. Y es que diga lo que diga el recuento del domingo, buena parte del daño que podía hacer ya está hecho.
Y no me refiero al daño a la vista que hacen los desfiles de antorchas ni los críos cantando Tomorrow belongs to me, ni esas demostraciones de masas que TV3 convoca y retrata con una profesionalidad digna de Leni Riefenstahl, salvo que los nazis vestían uniformes magníficamente diseñados por Hugo Boss mientras que las multitudes reunidas por ‘el Astuto’ van embutidos en camisetas de Casa Partal, francamente poco favorecedoras e incluso horrendas, y eso en Barcelona, que presumía de estar muy atenta al diseño sofisticado y ser hipereuropea.
No, no me refiero al mal gusto que florece como la manifestación física de una serie de dogmas banales y dañinos sino, entre otras cosas, al virus de antipatía que envenena la convivencia de los catalanes, infecta el meollo de las mismas familias –quien lo niegue miente o es ciego, o está al servicio del prusés– y enajena la cordialidad de otras poblaciones e instancias nacionales e internacionales.
Quizá a los afectados les parezca cosa de poca monta pero la presunta superioridad cultural o democrática, la modernidad que con o sin razón hasta hace poco y durante décadas se le atribuía a mi región y a mis paisanos, ya no resulta en modo alguno verosímil, pues tantos de ellos comulgan con enormes ruedas de molino.
La insoportable levedad del nacionalismo ha destruido reputaciones intelectuales que había costado décadas construir, pues si contra toda evidencia esas autoridades postulan falsedades tan evidentes, ¿quién contempla sin sospecha la obra de un historiador como Josep Fontana –que de todas maneras ya sólo la edita en catalán, es inútil hacerlo en castellano dado que «esa gente» no la entendería– o de Andreu Mas-Colell, eminencia en economía… hasta que demostró ser sólo el que le hace las sumas y restas al Astuto, y encima se las hace mal? Por mencionar sólo a dos figuras que han tirado a los cerdos su reputación. Eso también ya lo ha logrado el nacionalismo antes incluso de las elecciones. Felicidades.