El todavía presidente del Gobierno de España ha iniciado una gira por los principales programas radiofónicos y televisivos a los que antes no quiso ir para contrarrestar «las manipulaciones, las tergiversaciones y las mentiras de la derecha política, económica y mediática», pues precisamente este es el único gran error cometido por Pedro Sánchez durante sus cinco años de gobierno, según confesión hecha a Jordi Évole: el no haber acudido a los medios donde se le criticaba. Y si no acudió a dichos medios durante todos estos años no fue porque los estuviera vetando sino porque «estaba trabajando» y carecía de tiempo libre disponible para dedicarlo a algo que todos sabemos no es relevante en política y que este gobierno no ha empleado: la publicidad y la propaganda. Ahora que estamos en campaña y él sigue siendo presidente, debe de estar de vacaciones, por lo que, ahora sí, ha decidido acudir a los programas donde osan criticarlo para defenderse y combatir tantas injusticias sufridas. Pero es casi más una cuestión personal que política: como todos sabemos, no se trata de ganar las próximas elecciones sino de defender su honor malherido.
Su paso por la Moncloa se convirtió por momentos en un vía crucis casi insoportable, víctima de mentiras, manipulaciones y maldades contra su persona y su familia
La entrevista de Jordi Évole la convirtió Pedro Sánchez en un impostado valle de lágrimas: el victimismo de toda la vida. Al parecer, es la estrategia elegida por el presidente o sus asesores para dar la vuelta a las encuestas que auguran el fin de su etapa en la Moncloa. Pedro Sánchez es víctima de todo y de todos, salvo de sí mismo. Su paso por la Moncloa se convirtió por momentos en un vía crucis casi insoportable, víctima de mentiras, manipulaciones y maldades contra su persona y su familia. Después de tanto sufrimiento, no puedo entender cómo sigue animado a seguir usando el Falcon, ese «medio de transporte».
Pedro Sánchez generaliza y convierte los insultos personales y los ataques injustificables de unos pocos en el pan nuestro de las críticas recibidas… y las críticas argumentadas de propios y ajenos, que han sido la gran mayoría, en producto generado por la extrema derecha. Es otro de sus propósitos que comparte con toda la izquierda populista: vender la idea de que, si osas criticar los pactos, las contradicciones o las políticas de este gobierno, eres un peligroso derechista o has sido manipulado por la derecha extrema. No hay quien pueda salvarse. Yo también reivindico una gira televisiva para denunciar sus mentiras.
El fondo de lo que quiere vendernos es que él es una víctima incomprendida e injustamente criticada y los que no le comprenden están manipulados por los que lo critican. Seguimos la ola impuesta desde los poderes fácticos porque él, que es presidente del Gobierno, no tiene poder alguno. Insistió en lo que ya le dijo a Carlos Alsina la semana pasada: en España hay demasiados periodistas y tertulianos de derechas, o sea, demasiados críticos; y los personajes públicos que son de izquierdas y, por lo tanto, deberían defenderlo, o no están o no se les oye, o cuando acuden a programas de máxima audiencia se achantan y apenas son capaces de defender, no ya a este Gobierno de España, sino al menos sus políticas. No son progresistas decepcionados con la izquierda oficial sino unos desagradecidos que no entienden nada. No desvarío, son solo algunos de los argumentos explicitados por el presidente en su entrevista a Jordi Évole.
Cuando se le pide que concrete los nombres de los programas radiofónicos o televisivos que él considera que forman parte de esa siniestra alianza, calla
Pedro Sánchez ha sido víctima y ha tenido que enfrentarse a la guerra de Ucrania, a la Covid-19 y a una campaña monumental de la derecha política, económica y mediática. Él, que ha gobernado durante cinco años España, no es responsable de nada. Los medios lo odian y quieren sustituirlo por una coalición política al servicio de sus intereses. Cuando se le pide que concrete los nombres de los programas radiofónicos o televisivos que él considera que forman parte de esa siniestra alianza, calla. Es la vieja técnica de lanzar la piedra y esconder la mano. Es puro trumpismo. Si tenemos dudas, nos dice que sigamos el olor del dinero. Espero instrucciones más concretas por si me tocara algo. Pero es más fácil de identificar de lo que parece y basta seguir un axioma: es extrema derecha todo aquello que no es izquierda populista.
Así que él no es responsable de nada. Pedro Sánchez no mintió en relación a sus pactos sino que cambió de opinión en beneficio de España; la ley del «solo sí es sí» es culpa de Irene Montero; además, no aprobó dos Estados de Alarma inconstitucionales, no ha colonizado las principales instituciones del Estado (el CIS, el CNI, la RTVE, el Tribunal de Cuentas o la Fiscalía General del Estado) y no ha politizado la Justicia. Pedro Sánchez no ha gobernado con los populistas de Podemos y no ha legitimado proyectos xenófobos como los de ERC o Bildu. Y si lo criticas es porque formas parte de una alianza retrógrada formada por Ana Rosa Quintana, Carlos Alsina, Pablo Motos, Vicente Vallés… o Joaquín Sabina. La extrema derecha, ya sabes.
Esta es, por lo tanto, la estrategia de Pedro Sánchez para seguir siendo presidente: presentarse ante los electores como víctima de la derecha política, económica y mediática. El problema para él es que, cinco años después, los ciudadanos ya lo conocemos.