Tonia Etxarri-El Correo
Cada violador beneficiado por la ley del ‘sólo sí es sí’ le aprieta un poco más la soga al cuello al Gobierno de coalición. Ver a los delincuentes sexuales con menos pena de cárcel o libres antes de tiempo está produciendo tal rechazo que Sánchez no está asimilando este revés de alarma social. Ha tenido que adoptar su enésimo giro, esta vez sin contar con sus socios. Sus aliados preferentes no dan crédito al espectáculo. Temerosos de que las encuestas sigan señalándoles la puerta de salida en las próximas elecciones, pierden los papeles que nunca tuvieron al tener que dar explicaciones convincentes. Desde un portavoz como el de En Comú Podem, Jaume Asens, queriendo quitar importancia a la polémica, citando casos de excarcelaciones producidas unos meses antes (total, unos meses de nada) hasta ver ayer a Pedro Sánchez. Un presidente de Gobierno a la defensiva, diciendo que él da la cara, parapetado tras dos ministras que se lanzaban pullas a distancia. Llop contra Montero y su ministerio. Una imagen que nos trasmitía una duda inquietante: ¿quién maneja el rumbo? Es más, ¿hay rumbo?
Porque hemos pasado de oír las alabanzas más entusiásticas sobre la ley del mismo legislador que ahora ha decidido cambiarla por la puerta de atrás. Es decir: saltándose el procedimiento del proyecto de ley para evitar el choque en el Consejo de Ministros y burlar los informes preceptivos de los organismos a los que prefiere ignorar (CGPJ, Consejo de Estado y Consejo Fiscal). Una forma muy original de dar la cara.
Un Sánchez en horas bajas intentaba esquivar, en la sesión de control en el Congreso, los golpes de la oposición saliéndose por el córner de la economía. Él sólo está programado para hablar de éxitos, aunque sean imaginarios. Pero ayer era el turno de la ministra de Justicia que, al despertar de su letargo de cuatro meses, se dio cuenta de que el problema no eran los jueces que aplicaban la norma sino la propia ley. Y asumió, personalmente, el coste del fiasco. Todo un papelón. Es posible que ya la hayan situado como la próxima ‘cabeza de turco’ de una remodelación de Gobierno porque ayer parecía que se estaba inmolando para eximir a Sánchez de cualquier responsabilidad. Ha estado cuatro meses silente. Cuando Sánchez defendía la ley que ahora ella critica y cuando desde el Gobierno se les llamó a los jueces «fachas con toga». Y, al despertar, habla del error de la ley. En Podemos no tienen en cuenta que en nuestro Estado de derecho prevalece la presunción de inocencia. Y la ministra, juez de profesión, ignora que existen muchos episodios de violencia que no dejan huella física. Éste es el nivel del Gobierno que no mejorará con el cese o dimisión de Pilar Llop porque la pifia fue colegiada. Ayer se esperaba que el CIS aclarara los motivos de pánico electoral de Sánchez que explicaría sus últimos giros. Pero Tezanos, en una encuesta sobre violencia sexual, no ha preguntado por la ley de marras. Y nos ha dejado sin palabras.