Juan Carlos Viloria-El Correo

  • La política en España está necesitada de elevar el espíritu por encima del partidismo lampante

Cuando yo estudiaba Ciencias Políticas en la Complutense y eran profesores , Roberto Mesa, Antonio Elorza, Fraga Iribarne, Díaz-Ambrona, Truyol Serra, Paulino Garagorri y otros ilustres, Ramón Tamames ya era venerado en el Paraninfo. Su gran obra: «Estructura Económica de España» era un manual de obligada lectura y, su compromiso contra la dictadura unía en su persona la del intelectual y el antifranquista. La opinión dominante sostiene que si ahora se presta a liderar una moción de censura contra Pedro Sánchez ocurrirán tres cosas. Que su prestigio como humanista, intelectual y maestro saldrá maltrecho contagiado por la política de trincheras. Que brindará una oportunidad de oro para que Sánchez desvíe el foco de la caótica coyuntura de su gobierno hacia el agi-prop de la Moncloa. Y que Vox sacará la cabeza del agujero donde lo han situado su falta de proyecto, contradicciones y peleas internas, debilitando seriamente la necesaria concentración de fuerzas detrás de Nuñez Feijóo en su pulso para convertirse en la alternativa real a Sánchez.

Es posible que unos y otros quieran instrumentar al economista y político. Que Santiago Abascal y Pedro Sánchez coincidan, por una vez, en una especie de pinza contra Feijóo. El presidente porque necesita una derecha dispersa y enfrentada y el líder de Vox porque su partido navega sin proyecto y se está quedando sin sitio en la polarización PSOE-PP. Sánchez precisa un impacto mediático fuerte para recuperarse de los funestos augurios electorales y nada mejor que hacer un boca a boca a Abascal. Vox lo necesita después de que su marca haya perdido impulso empantanada por los malos resultados de Andalucía, la fuga de Olona y dejar a Madrid sin presupuestos. Todo esto puede ser cierto. O no. Pero también es cierto que la política en España está necesitada de elevar el espíritu por encima del partidismo lampante. Necesita que hombres eminentes de acreditada inteligencia emocional y constitucional, tomen la palabra para hacer en voz alta una reflexión sobre la difícil coyuntura y deriva nacional.

Si hay alguien preparado para subir a la tribuna del Parlamento y contar de salida con el respeto de la gran mayoría del hemiciclo, ese es el profesor Ramón Tamames. El momento requiere que los partidos dejen de calcular por unas horas si el acto político de la moción de censura consagrada en el artículo 113 de la Constitución es favorable o no para sus intereses electorales o paras desgastar al adversario. Que por encima del ruido ambiental se eleve el pensamiento; que una especie de conciencia constitucional, un Jean D´Ormesson nacional, nos ponga delante del espejo de la historia. Además, yo que Abascal no las tendría todas conmigo. Tamames puede ser un Maveric que no acepta las riendas de nadie, ni siquiera en las mociones al sol.