Lo sorprendente del presidente del PNV es que reconozca conocimiento en el ministro del Interior de un Gobierno al que él y su partido se ocuparon de engañar en la negociación de Lizarra, en la deslealtad más grande que un partido ha cometido con un Gobierno democrático en la historia de nuestra democracia, al negociar a escondidas con una organización terrorista.
El Correo abre hoy con una frase notable del presidente del PNV acerca de la impresión que Jaime Mayor Oreja tenía sobre la segunda fase de la negociación entre el Gobierno y ETA. El hombre ha dicho: «Mayor Oreja sabrá algo más que yo, ha sido ministro de(l) Interior».
Estamos ante un hecho de naturaleza histórica. Es la primera vez que un nacionalista vasco admite públicamente que un español puede saber más que él. Extraordinario asunto, tanto más cuanto que nos estamos refiriendo a un español del PP con el agravante de haber sido ministro de un Gobierno español y otro agravante definitivo, que consiste en ser todo lo que acabo de decir y haber nacido en San Sebastián.
La cuestión tiene aspectos epitemológicos que no conviene descuidar. En su momento expuse mi idea, que sigo manteniendo, de que Mayor Oreja estaba equivocado. Ningún elemento de la realidad permite llegar a esa conclusión, salvo el apriorismo de que, puesto que Zapatero negoció con ETA la legislatura pasada, negociará irremediablemente ésta. Los partidarios de la teoría no la han apoyado con un muro de carga más sólido que éste: Mayor Oreja ha acertado en sus análisis sobre el terrorismo hechos en ocasiones anteriores, por lo que está condenado a acertar también ahora.
En el bando de los damnificados, mayormente socialistas, se ha replicado con inmediatez. El lehendakari López volvió a usar el repertorio de calificativos obscenos que no usaba desde hacía un año: miserable, indecente, amén del ingenioso juego de palabras con su apellido (por muy mayor que sea) etc. Y han dicho que Mayor miente. Cualquiera que examine los hechos desapasionadamente llegará antes a la conclusión de que Mayor se equivoca, que es asunto diferente. Para mentir, Mayor Oreja debería pensar que en realidad no se está negociando, pero seguir manteniéndolo para engañar a la opinión pública.
El mismo Jaime Mayor había incurrido al decir hace años que «ETA mata, pero no miente», lo que parece a todas luces un juicio apresurado en su segunda parte. ETA puede tener excelentes razones para mentir o para decir la verdad, depende de lo que le convenga, al igual quer les pasaa a las organizaciones democráticas. Es verdad que los terroristas no sufrirán en su prestigio si son sorprendidos en flagrante embuste. Nadie reprocharía a Hannibal Lecter que se muerda las uñas. Es verdad que a lo largo de los últimos años, la receta de José Luis de poner las palabras al servicio de la política es una práctica generalizada, y el respeto a la verdad ha dejado de ser una de las virtudes públicas de los hombres públicos.
Lo sorprendente del presidente del PNV es que reconozca conocimiento en el ministro del Interior de un Gobierno al que él y su partido se ocuparon de engañar en la negociación de Lizarra, en la deslealtad más grande que un partido ha cometido con un Gobierno democrático en la historia de nuestra democracia, al negociar a escondidas con una organización terrorista. Está también el precedente de que el ministro Mayor tuviera entonces una buena intuición, la de la tragua-trampa que le ha valido chanzas sin cuento da lel partido-guía, incluso después de decir ETA que sí, que era una trampa.
Hay algo aún más sorprendente y es que para muchos votantes del PP, el argumento para creer que el Gobierno está preparando una negociación con ETA, sea, precisamente, que lo ha dicho el PNV. En el fondo de todo están las tres cosas contra las que previno Richard Dawkins a su hija Juliet, como fuentes del conocimiento: la tradición, la revelación y la autoridad. Quizá sea que la gente de derechas es muy educada y responde al PNV con un elegante quid pro quo. Los jeltzales se apuntan a las intuiciones de Mayor y, en justa correspondencia, una parte de los populares suscriben los análisis del EBB.
Santiago González en su blog, 4/4/2010