ABC 24/11/14
EDITORIAL
LA fortaleza del Estado de Derecho, la fructífera colaboración con Francia y, sobre todo, el magnífico trabajo llevado a cabo por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y el coraje de la sociedad han posibilitado la derrota policial de ETA tras un largo y vil historial de asesinatos, secuestros, chantajes y extorsión. Tal y como publicamos hoy, los análisis de inteligencia mantienen que la reactivación de la banda terrorista es imposible porque tanto su aparato militar como el logístico están «prácticamente desmantelados» y no existe evidencia alguna de rearme. Los informes policiales concluyen que ETA no volverá a cometer atentados porque, aunque quisiera, carece de capacidad operativa para ello. Además, por primera vez, su dirección ha optado por expulsar a los presos contrarios el «cese definitivo» de la violencia anunciado hace tres años, avalando así que la decisión de acabar con el terror es irreversible, según los expertos.
La constatación de que la agónica situación de la banda no tiene marcha atrás es una noticia esperanzadora y, desde luego, extraordinaria, pero insuficiente, ya que el único fin posible de ETA es su completa disolución, tras la entrega verificable de su arsenal y la imprescindible petición de perdón a las víctimas del terrorismo y al conjunto de los españoles. No en vano, los etarras amenazaron en marzo de 2013 con reiniciar la vía de los atentados después de que el Gobierno rechazara cualquier tipo de negociación, aunque, posteriormente, el tono de la advertencia se diluyó poco a poco, y también cabe recordar que existen ciertas voces disidentes dentro de la organización favorables a retomar las armas. Así pues, mientras la rendición incondicional de ETA no se produzca, sin ningún tipo de cesión de por medio, no se podrá dar por cerrado el negro capítulo que ha representado el terrorismo en la historia de España.