IGNACIO CAMACHO, ABC – 08/06/14
· Los catalanes y el resto de los españoles no somos vecinos. Somos conciudadanos, que es una categoría política.
Que dice el señor Mas, don Arturo, que somos vecinos. Él y yo, o él y usted, o él y una señora de Almendralejo. O él y cierta familia que vive en el palacio de la Zarzuela. Y que por eso, por razones de buena vecindad –él dice «vecinazgo», palabro que no figura en el DRAE–, como si fuese el inquilino del cuarto derecha, va a acudir a la proclamación del Rey Felipe VI de España. No es un mal detalle en un caballero que se considera en guerra retroactiva con Felipe V. Pero sucede que Mas, o sea, los catalanes a los que representa, y el resto de los españoles no somos sólo vecinos ni convecinos. Somos compatriotas y conciudadanos. Y que además él, concretamente él, nos representa a todos los españoles en Cataluña como máxima autoridad del Estado en ese territorio. Le guste o no, es así. Y si no le gusta que dimita porque su cargo es voluntario.
A efectos de nacionalidad, el vecino de un español es un francés, un portugués, un marroquí o un andorrano. La vecindad es un concepto que alude a la proximidad física, mientras la ciudadanía es una categoría política que implica compartir derechos y deberes. A Mas y a otros muchos catalanes acaso les gustaría dejar ser españoles pero por el momento lo son y parece que lo de cambiar va para largo. Eso no es como mudarse de casa. Ocurre sin embargo que la intención de separar Cataluña de España implica el designio de obligar a quienes no están de acuerdo a convertirse en extranjeros en su propio país. Se trata de un acto de autoritarismo, una aspiración totalitaria. Esos catalanes que quieren continuar siendo españoles son, por cierto, verdaderos vecinos del señor Mas. Y no parece tenerles mucho respeto.
Como ciudadano español que es, Mas puede hacer el día de la proclamación del nuevo Rey lo que le venga en gana. Irse a la playa, de romería o a Estados Unidos, como tenía previsto hacer. Pero como presidente de la Generalitat y por tanto representante del Estado en Cataluña no existe para él ninguna obligación más importante que la de acudir a esa ceremonia, ni ningún sitio del mundo donde tenga que estar antes que allí.
Como finalmente lo ha entendido o se lo han hecho entender tras sus reticencias pretende justificarlo con lo del «vecinazgo», típico retruécano nacionalista para tratar de sostenella sin enmendalla. Pero los presidentes de Francia y Portugal, el rey de Marruecos y los copríncipes de Andorra no han sido invitados. Precisamente porque son eso, vecinos, y el Gobierno y la Casa del Rey han decidido que sea un acto sólo para autoridades españolas… como don Arturo.
Así que el muy honorable ciudadano Mas va a estar el día 19 donde tiene que estar en condición de lo que representa, que no es poco: siete millones y medio de españoles. Sólo habrá presente un jefe de Estado, y no será él. Se siente, como dicen ahora los chavales. Son cosas de la vida.
IGNACIO CAMACHO, ABC – 08/06/14