Lo que ha conseguido Íñigo Errejón debería estudiarse en las facultades de Ciencias Políticas. Es una lección magistral de paciencia, perseverancia y discreción para dar con las alianzas precisas y completar lo que seguro ha sido una dulce venganza. Errejón es el único fundador de Podemos que sobrevive a Podemos. Y lo hace después de dejar en la cuneta a aquellos que le echaron del partido morado por traidor y blandengue. Pablo Iglesias, Irene Montero y Pablo Echenique se van. Errejón se queda.
Las purgas son parte del ADN de la extrema izquierda. Es cierto que hay niveles y niveles. Aquí nadie te manda a un Gulag, pero la filosofía es la misma. La travesía de Errejón hasta cerrar el círculo que le ha permitido deshacerse de Iglesias no ha sido sencilla. Él mismo ha pasado por la fase del apestado que ahora viven los mismos que le purgaron.
La diferencia es que Errejón lo ha conseguido sin pegar un solo tiro en público. La lista de Sumar por Madrid ha sido la madre de todas las batallas en esta alianza inverosímil de partidos que es Sumar. Y nadie puede negar que esa lista lleva su sello, aunque las balas de la negociación ni siquiera le hayan rozado. Nadie de Podemos va por delante de él. Yolanda Díaz sólo por delante. Errejón no necesita el uno. Sabe manejarse de otra manera. Agazapado. Los que vieron el documental de León de Aranoa lo saben. Esa virtud le ha permitido moverse en las sombras para acabar con el clan de Galapagar.
Errejón y la ayuda de Yolanda Díaz
Eso y Díaz. Porque esta operación no hubiera sido posible sin una figura como la vicepresidenta y ministra de Trabajo, que lleva 25 años haciendo lo mismo. Yolanda Díaz es una superviviente. Y todos los que en algún momento se han aliado con ella destacan su capacidad para interpretar el momento y aprovecharlo en su único beneficio. Su reguero de víctimas políticas tiene muchos nombres, pero Montero o Echenique son sin duda las más importantes.
Errejón dio un portavoz a Podemos poco antes de las elecciones del 2019 con un golpe de mano diseñado por él y Manuel Carmena. Hacía ya tiempo que no tenía sitio en Podemos. La operación, sin embargo, no salió como seguramente esperaba. Carmena perdió la alcaldía de Madrid. Y él se quedó en la irrelevancia como cuarta fuerza en la Comunidad. Después vio el hueco en el Congreso y ahí que se lanzó. Sacó el escaño. En Podemos se rían de él. Lo daban por amortizado. Había dejado Madrid casi sin pisar la Asamblea y regresaba a la política nacional nada menos que con Podemos en La Moncloa.
Nada más lejos de la realidad. Errejón ha asistido en palco preferente a la autodestrucción de Podemos. Y mientras tanto ha reunido en torno a su figura a un variado grupo de damnificados por Iglesias. Todo lo que va de Tania Sánchez a Rita Maestre está con Errejón, porque las víctimas de Iglesias son políticas y personales.
El tiempo y la coyuntura han ido dejando espacio a su discurso más posibilista. Mientras Podemos ha dilapidado todo su crédito en el Gobierno. Un desgaste brutal que se ha llevado por delante a todos menos a Yolanda Díaz y a una mermada Ione Belarra, que por si acaso se presenta a las elecciones detrás de Errejón.
El peronismo europeo de Errejón
Todo empezó a cambiar cuando Ayuso adelantó las elecciones de Madrid en 2021. Mónica García emergió como líder de la izquierda postpandemia para sorpasar al PSOE en las urnas. Podemos tuvo que recurrir a Iglesias para sobrevivir en la Asamblea madrileña. Pero Pablo ni siquiera recogió el acta.
Yolanda e Íñigo han conseguido desde entonces acabar con lo que quedaba de Podemos. Las circunstancias les han acompañado. Para Díaz es un día más en la oficina de estos 25 años matando rivales políticos para sobrevivir ella. Para Errejón es una reivindicación personal frente a Iglesias. El camino que eligió Podemos le ha llevado al Gobierno. Pero ese poder le ha reducido a cenizas.
De esa montaña de nada que es Podemos renace Errejón, que lo que siempre quiso es acabar con el PSOE y convertir ese espacio ideológico en un peronismo europeo, que es de izquierdas pero no se sabe bien. Lo consiguió en Madrid y ha mantenido esa ventaja por los pelos el 28-M. Lo intentará en el resto de España, ya sin la sombra de Iglesias.