El volador

Ibarretxe ha vuelto por donde solía, pero ahora lo llama estatus. Quiere un estatus, no un estatut ni estatuto. Y para quererlo ya tiene valedor y velador. Apostando por un estatus, nuestro capitán Alatriste soslaya el estatuto, que es, curiosamente lo que Batasuna -junto con ETA- quería que soslayase.

Así da gusto, mientras se celebra la cumbre de King Kong, quiero decir de Hong Kong, para tratar de tonterías como el comercio desigual, la pobreza y el hambre, aquí seguimos en lo fundamental, sobre todo gracias a que Ibarretxe ha vuelto por donde solía. Pero ahora lo llama de otra manera, estatus. El lehendakari quiere un estatus, no un estatut ni estatuto. Y para quererlo ya tiene valedor y velador, por más que lo de velador suene a pasarse la noche en vela o a mesita, como habrá supuesto algún gracioso. Algún gracioso inadvertido, porque Ibarretxe sobre todo entiende de negociaciones hasta el amanecer y las quiere sobre mesas, con lo que el velador le viene al pelo. Bueno, aunque de lo que más entiende nuestro lehendakari es de esgrima verbal; por eso se ha permitido el juego de palabras del valedor y del velador, para distraer la atención de la otra finta de lenguaje, el famoso estatus que ahora propone. Los peor pensados ya habrán caído en la cuenta de que apostando por un estatus, nuestro capitán Alatriste soslaya el estatuto, que es, curiosamente lo que Batasuna -junto con ETA- quería que soslayase. Pero no hace falta pensar tan mal para percatarse de que Ibarretxe vuelve a lanzarse a la piscina de la ambigüedad. ¿Está proponiendo un estatus Estatut o un estatus de Estado? Hombre, una autonomía fiscal como la que pide es más bien propia de los estados, que son los únicos en poder constituirse como UE, al igual que es propio de su viejo plan tanto empecinamiento en la consulta. Pero si va por ahí, ¿cómo piensa encontrarse con los socialistas? ¿No se tratará de una nueva trampa de fullero para subir las apuestas y quedarse con el escote?

Cualquiera sabe. Las matemáticas nos han enseñado que Y es función de X, por lo que si Y vale 4.000 millones, X debería valer lo mismo aunque fuere en peso político. Sólo que entonces viene Imaz para recordarnos que el Gobierno del PSOE no ha comprado nada con los 4.000 millones, ni siquiera un apoyo que vaya más allá de los Presupuestos del Estado. Pero a lo mejor se trata de una cortina de humo y sí quiere, digo, apoyarle más allá. Lo sabremos de verdad cuando suceda y no hagamos caso de lo que Imaz, Ibarretxe o alguno de los suyos diga que ha sucedido.

Entretanto y dadas las circunstancias y la trayectoria del PNV, bien podría suceder que se muestre todo lo ingrato que pueda cogiendo el dinero y echándose a correr sin cumplir lo que Zapatero haya creído que tuviera que cumplir. Quizás dependa de lo que suceda con el PSE de cara a los Presupuestos de aquí, porque si no prospera la negociación, los chicos de Ibarretxe podrán decir que no se sienten obligados a nada puesto que se la han jugado. Pero es que, si prospera, tampoco López ni Zapatero podrán tener garantías de nada, porque el nacionalismo es la ley del embudo hecha partido. Si el PNV considera que ganará más, no sólo en euros sino en soberanía, haciendo un trecho con los socialistas -un trecho en el que tirarán y tirarán cada vez más de la cuerda-, se unirá a ellos, pero cogiéndosela con papel de fumar.

Porque la otra pata en la que Ibarretxe apoya el velador es Batasuna, aunque tenga que recurrir cada vez más a su gramática parda para disimular. Resulta que EHAK no es ETA y por eso está en el Parlamento vasco y sale en EITB, pero no como EHAK sino, curiosamente, reencarnada en Batasuna y de manera proporcional no a los escaños que no tuvo Batasuna, que sí era ETA, sino EHAK, que tampoco es Batasuna. De ahí que también Patxi no-lehendakari se anime a meterse en ese cotarro con el peregrino argumento de que entre una cosa y otra acallará el alma más soberanista de un PNV que no es tan fiero, qué risa, como lo pintan. Lo dicho, que no nos aburrimos; vamos, que disfrutamos de un auténtico estatus de cachondeo del que cada vasco se siente velador y valedor porque para volador ya está el otro, nuestro lehendakari, que se ha puesto las pilas para devolverle la salsa a este Sambódromo donde gracias a Dios nos ha tocado vivir.

Javier Mina, EL PAÍS/PAÍS VASCO, 19/12/2005