El ‘votillo’ berciano

EL MUNDO 11/03/13
SANTIAGO GONZÁLEZ

Miren por dónde, el voto de IsmaelÁlvarez, alcalde de Ponferrada condenado por acoso a la concejal Nevenka Fernández, ha venido a más. Nos equivocábamos cuantos pensamos que Rubalcaba había perdido predicamento como líder del PSOE. Él había puesto al alcalde emergente de la moción de censura ante una disyuntiva inapelable: «o deja la Alcaldía o deja el Partido Socialista». Puestas así las cosas, Samuel Folgueral ha dicho que él se pide la Alcaldía, dónde vas a comparar, y a qué hemos venido a este negocio, tuerto, si no es a guiñar el ojo.
El caso es que el secretario general ha conseguido imponer su voluntad. O una de sus dos voluntades. El resultado de la gran gestión de este asunto por el número tres del PSOE, Óscar López, es que los otros siete concejales ponferradinos de su partido han hecho causa común con el alcalde y se han dado de baja en la organización socialista. El hecho es tanto más notable si tenemos en cuenta que el gran Folgueral encabezó la lista del PSOE en 2011 en calidad de independiente y hace pocos meses que se afilió al partido.
El disputado voto del señor Ismael, habría titulado Delibes este caso, al que mi amigo Manuel Sanz ha llamado con portentosa economía verbal el votillo berciano. La extraordinaria chapuza del asunto Ponferrada no tiene tanto que ver con los principios como con las cosas de comer.
¿Puede un partido establecer un pacto de Gobierno o firmar una moción de censura con alguien que ha cumplido su condena y se ha reintegrado en sociedad? Sí cuando le conviene. El PSC rehabilitó a Josep María Sala y lo integró en su Ejecutiva después de cumplir condena por el caso Filesa. El PSE mantuvo, y aun ascendió, a Eguiguren tras haber sido condenado en 1992 en dos instancias judiciales por haber maltratado a su legítima.
Rubalcaba lamenta ahora haber confiado el asunto al tercer hombre, Óscar López, que explicó la operación en términos beatíficos: gracias a la operación Ponferrada y a su exigencia de dimisión del ex alcalde que llevaba implícita, el PSOE había librado al Bierzo de un acosador. No tuvo en cuenta que justo al lado del Bierzo queda la Maragatería y que su plato estrella, el cocido maragato, no permite aplazar la ingesta de proteínas: se empieza por las carnes, la Alcaldía; se sigue con los garbanzos y las verduras y se deja para el final la sopa o la dimisión del acosador.
El pobre Rubalcaba creyó poder arreglar el asunto con dimisiones retroactivas, primero de Folgueral, luego de Álvarez, y resolver el asunto en plan remiendavirgos. No ha salido bien, pero se ha reconfirmado que el PSOE es el partido que más se parece a España. Sería preferible que no se pareciera tanto para que pudiera mejorarla en la medida de sus posibilidades. A uno, qué quieren que les diga, le va invadiendo una tierna simpatía por Rubalcaba, pensando en que el miércoles tendrá que levantarse de su escaño para interpelar a Rajoy en el Congreso. Yo en su lugar me quedaría sentado y me limitaría a decir: pasopalabra.