EL CONFIDENCIAL 26/05/14
JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS
Con una participación del 45,7%, ligeramente superior a los comicios de 2009, el Partido Popular ganó, aunque de forma pírrica, las elecciones europeas con 16 escaños –perdió ocho– y poco más del 26% de los votos, seguido por un PSOE que se desplomó con sólo 14 diputados –perdió nueve– y el 23% de los sufragios. Los dos grandes partidos nacionales se quedaron, por lo tanto, lejos del 50% de los votos, hecho sin precedentes que confirma la crisis del bipartidismo en España sea cual sea la cifra con la que se compare en anteriores confrontaciones electorales, cualquiera sea también la naturaleza de estas.
Para el PP y el Gobierno de Rajoy, el resultado es un duro varapalo aunque le permite salvar la cara al resultar ser los conservadores los más votados. No así al PSOE que, como se suponía, ha sido depredado («El PSOE, encarcelado y depredado» de 21 de mayo) por su izquierda. La formación de Cayo Lara –Izquierda Unida– logró ayer 6 escaños (en 2009 obtuvo 2) y un 10% de los sufragios, en tanto que Podemos, bajo el liderazgo de Pablo Iglesias, se alzó con el protagonismo de la jornada electoral al obtener cinco diputados con casi el 8% de los votos, pisando los talones a IU («Podemos puede» de 14 de mayo pasado). Podemos ha desarrollado su campaña electoral casi íntegramente en las redes sociales, mientras que la candidata socialista, Elena Valenciano, se confundió de medio a medio al centrar su discurso de campaña en las desafortunadas declaraciones de Arias Cañete, tras vencer al exministro de Agricultura en el debate de TVE.
El electorado de izquierda ha optado por abandonar al PSOE y apoyar a dos fuerzas políticas: IU y Podemos, que se sitúan en los bordes del actual sistema político-constitucional y que se constituyen como las fuerzas euroescépticas españolas, aunque en el extremo ideológico opuesto al Frente Nacional francés y al UKIP británico que obtuvieron ayer resonantes victorias electorales que causaron auténtica conmoción en Bruselas y en las cancillerías europeas.
Crisis en el socialismo español
Los resultados del PSOE tumban las aspiraciones que Pérez Rubalcaba podía alentar para las próximas primarias y, posiblemente, las acelere e, incluso, ayer no se descartaba que provoquen una crisis de profundo calado en el socialismo español –ha perdido la cota del 25%– que exija la inmediata dimisión del actual secretario general del partido. En cuanto al PP y al Gobierno, el pobre resultado obtenido aboca al presidente Rajoy a una inevitable remodelación de su equipo ministerial y a una reformulación de su estrategia política si pretende abordar con alguna garantía las autonómicas y municipales del próximo mes de mayo. El abandono del discurso político por parte de Rajoy, la mala campaña desarrollada por su partido –con el ya conocido como error Cañete al expresar opiniones machistas– y los casos de corrupción sin resolver ni explicar (Gürtel y Bárcenas), han hecho mella en el electorado de la derecha.
El desfondamiento del bipartidismo se acompañó en las elecciones de ayer con una enorme fragmentación de partidos con presencia en el Parlamento Europeo. Unión Progreso y Democracia logró pasar de un escaño obtenido en 2009 a cuatro (6,5% de los votos), aunque sus expectativas eran superiores, seguramente limitadas por Ciudadanos, que obtuvo dos diputados (3,6% de los sufragios) comportándose más como una opción de carácter nacional que estrictamente catalana. Ambas formaciones políticas, con gran parentesco ideológico, podrían situarse en el centro-izquierda del espectro político, aunque mantienen una posición rotunda en torno a la unidad nacional y el proceso soberanista en Cataluña.
Cataluña, el sorpasso
Precisamente en Cataluña se localizaba el gran sorpasso de ERC, que superaba a la federación nacionalista CiU por casi dos puntos. Los de Oriol Junqueras obtuvieron dos escaños europeos (los que tenían) con el 4,07% de los votos y CiU tres (manteniendo los de 2009) con un 5,55% de las papeletas, resultado global de la coalición CEU (CiU, PNV y CC), de tal modo que en las provincias catalanas los republicanos batieron a los nacionalistas, cuestionando por segunda vez el liderazgo de Artur Mas y, ya definitivamente, la hegemonía de CiU.
En las catalanas del 25 de noviembre de 2012, la federación que lidera Mas pasó de sesenta y dos escaños autonómicos a 50, mientras que ERC subió de diez a veintiuno. El presidente de la Generalitat queda en precario ante su partido y pierde el control del proceso soberanista, especialmente si se ve abocado a unas elecciones plebiscitarias este mismo año en sustitución de la consulta independentista que el Gobierno impedirá por todos los medios.
Los resultados de ERC podrían responder al incremento de la participación en Cataluña, que superó el 47%, cuando en 2009 quedó en el 37,5%, ocho puntos por debajo de la media nacional. No obstante, la suma de los votos de nacionalistas y republicanos no llega al cincuenta por ciento de los emitidos ayer en Cataluña, lo que delata la debilidad real de la apuesta independentista, incapaz de movilizar al conjunto de la sociedad catalana que sí lo hizo en los comicios autonómicos de 2012 con una participación histórica del 70%.
Bildu llega a Estrasburgo
La emergencia de Los Pueblos Deciden (LPD), con Bildu, (un escaño) y Primavera Europea (un escaño), con Equo agrupado con pequeños partidos ecológicas, deben sumarse a las formaciones de izquierda (PSOE, IU, Podemos), arrojando así un claro giro del electorado hacia posiciones de izquierda, generando así las elecciones de ayer su tercer efecto, además del desfondamiento del bipartidismo y la fragmentación partidaria.
Las europeas, que han alterado la composición del espectro político español –también de Francia y Gran Bretaña– suponen, no sólo el cuestionamiento de las políticas nacionales, sino también un significativo avance de las posiciones que impugnan las políticas de Bruselas –en general, de la troika– y que obligarán a fuertes reajustes y recomposiciones. Y España no será una excepción porque el 45,7% del censo electoral ha emitido un rotundo mensaje de necesidad de cambio a la clase dirigente.