IÑAKI EZKERRA-EL CORREO

  • El Gobierno es una muestra de la ola de gamberrismo político que asola el país

El conocimiento es tener criterio». Le doy vueltas a esa frase que pronunció Elisa María Lozano en pleno bochinche de la Complutense y creo que en ella reside la clave de la ola de gamberrismo político que asola a nuestro país y del que, antes que ese sector estudiantil que acosó a Ayuso, es una buena muestra el propio Gobierno o ese discurso populista y contradictorio salido de éste, que, a base de presentar a todos los hombres como potenciales delincuentes sexuales, ha acabado poniendo en la calle a cientos de violadores auténticos y convictos.

Pensemos detenidamente la frase de Elisa María. Decir que «el conocimiento es tener criterio» es poner el carro delante de los bueyes en el campo de la actividad cerebral. Es tanto como decir que «saber es opinar». Es una perfecta descripción de lo que está ocurriendo hoy en España y de lo que encarna esa secretaria de Estado de Igualdad que ha agradecido en un tuit los servicios prestados a Elisa María. Y es que opinar no es saber. ‘Pam’ y su jefa, Irene Montero, son hoy un buen ejemplo de lo que pasa cuando opina el que no sabe.

Conocimiento y criterio son dos actos de la vida mental que no pueden considerarse sinónimos ni simultáneos sino que se suceden en el tiempo. Decimos que nos hemos formado un criterio cuando contamos con eso que llamamos «elementos de juicio», es decir, con unas fuentes fiables, unos datos contrastados y un indispensable equilibrio emocional que nos permite efectuar un razonamiento lógico, no cegado por la pasión, el interés, el prejuicio o el odio ideológico. En esa alocución universitaria, que era un cóctel de contradicciones, Elisa María demostró que confiaba algo tan intransferible, delicado y personal como el ejercicio del criterio a su propia madre y al afecto que sentía por ella. En otras palabras, planteó el criterio como si se heredara por vía sanguínea o mímesis emocional cuando es la práctica racional por excelencia del individuo. El criterio no se contagia ni vírica ni amorosamente sino que se construye de manera fría y serena. No pertenece al negociado de la herencia biológica ni del trasvase sentimental.

«Gracias a mi madre, que está ahí, porque me ha dado criterio», dijo Elisa María. ¿Le dio criterio o ideología? Y es que el criterio no se da como el beso, sino que se enseña a construir dotando al otro de los instrumentos cognitivos y necesarios para ejercerlo. En realidad el criterio es el gran ausente de la vida española, quizá porque la gran referencia pedagógica que tenemos de él es ‘El criterio’ de Balmes, que lo concebía como un acto teológico dictado por la moral divina. En realidad Elisa María y esa izquierda populista que manda en la Complu son balmesianas sin saberlo.