TONIA ETXARRI-EL CORREO

Ha habido otras elecciones en pandemia. El pasado verano. Y en invierno.
En Euskadi y Galicia, después en Cataluña. Con más miedo entonces ante la propagación del virus porque no teníamos vacunas. Pero es en la campaña de Madrid, que empezó ayer oficialmente, donde se ha rebasado el ámbito autonómico porque se está librando un pulso entre dos gobiernos. Moncloa versus Madrid. Por expreso deseo de Pedro Sánchez, que lleva tiempo queriendo desalojar al PP del poder autonómico. Nunca como en esta ocasión un presidente del Gobierno se había implicado, como candidato emérito, hasta el punto no solo de desplazar a su candidato genuino sino de torpedear su propia estrategia electoral. Que la derecha va ganando posiciones en la situación de ventaja con que inició esta carrera, se va constatando en todos los sondeos. Como también se refleja que la pérdida de influencia de la opción socialista (que ganó los últimos comicios) se debe a que la omnipresencia de Sánchez está perjudicando al candidato Gabilondo. Al suelo, que vienen los nuestros.

Sánchez se ha tomado esta carrera como algo personal. Ayer, con los sondeos poco favorables para su partido, intentó rehuir el choque directo con Isabel Díaz Ayuso. Demasiado tarde después de haberla utilizado la pasada semana en el debate del Congreso de los Diputados. La presidenta de Madrid se mide con Sánchez aprovechando que es el presidente de Gobierno quien le ha dado más proyección que la autonómica.

Nadie cuestiona el tirón electoral de la candidata del PP mientras que el PSOE es consciente de que se desvanece su estrategia de absorber a Ciudadanos. Los votos naranjas irían al PP, según revelan los sondeos. Y tampoco le está funcionando a Gabilondo la campaña tutelada por La Moncloa. Demasiada injerencia de Sánchez. El suelo firme del candidato socialista se mueve. Sus mensajes se han llegado a parecer a los de Díaz Ayuso. No tocará impuestos. Él no hubiera cerrado los bares durante la pandemia. Justo lo que dice y ha hecho la candidata del PP durante su mandato. Justo lo contrario de lo que defiende Sánchez. Tantos bandazos despistan al electorado.

Las encuestas dan una victoria al centroderecha con mayoría absoluta para gobernar, pero solo si el PP pacta con Vox. En tiempos de polarización, los flujos entre los bloques benefician al PP y mantienen a Ciudadanos en vilo. Solo el CIS de Tezanos dejó a Vox fuera del Parlamento pero los demás sondeos le dan unos resultados al alza. En la izquierda confían en la movilización aunque ya han tomado nota de las últimas tendencias demoscópicas. Un 5% de votantes del PSOE va a votar a Díaz Ayuso. Desde Podemos, Pablo Iglesias está desesperado. Su ‘efecto’ aparece tan desdibujado que han tenido que entrar en liza sus ministras. Con sus vídeos prefabricados que envía a los medios para eludir el seguimiento del periodismo, se estanca en las encuestas. Es el peor considerado. Y Más Madrid se consolida como fuerza a la izquierda del PSOE.

Quedan dos semanas para la cita con las urnas. A Díaz Ayuso no le hace falta que Casado le eche una mano en la campaña. Por mucho que le esté esperando Sánchez en la arena. Se basta y se sobra como verso libre para presentar su gestión de la pandemia, con más luces que sombras, víctima de un boicot continuo de La Moncloa, que ha provocado una «madrileñofobia insensata». Ese es su bagaje. Y parece que le está funcionando. Sin tutelas. Sin complejos. Ella baila sola. Es la favorita. Son los demás, incluidos los de su propio partido, quienes se están rindiendo a la evidencia.