IÑAKI EZKERRA-EL CORREO

  • A Sánchez no le gustan los contrapoderes, ni por arriba ni por debajo de él
La cogobernanza es el palabro que se sacó Sánchez de la manga para diluir en el mapa autonómico su culpa por la mala gestión de la pandemia y llevaba en su morfología el genuino copyright del laboratorio de Iván Redondo. La cogobernanza era una redundancia hueca de la gobernanza, que a su vez es un neologismo cursi al que ya se le había otorgado el significado presuntamente europeísta de un modelo de gobernabilidad light que idealmente consistiría en una autorrenuncia del poder ejecutivo a ejercerse a sí mismo en aras de una gestión horizontal y compartida con diversos agentes de la sociedad: entidades empresariales, fuerzas sindicales, partidos rivales, gobiernos regionales, redes transnacionales… O sea, todas esas entidades con las que Sánchez no ha querido negociar ni consensuar ni argumentar siquiera en qué empleará el dinero que nos preste Europa y que entrampará a tres generaciones de españoles.

El modo oscurantista en que anda trasegando con el documento que presentará el 30 de abril a la Comisión Europea sobre lo que hará con ese europréstamo hace temer lo peor. A Sánchez no le gustan los contrapoderes, ni por arriba ni por debajo de él. Su Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia ha sido diseñado como una trampa para burlar al Consejo de Estado, a los partidos y a los propios electores. Y así, a quienes acudirán a las urnas madrileñas el 4-M les oculta de manera premeditada las reformas laboral, fiscal y de las pensiones que acabará teniendo que incluir en ese documento, no sea que condicionen su voto. Resulta sangrante que hable de cogobernanza quien no está dispuesto siquiera a ser coherente con la gobernanza a secas, sin prefijo, ni con el buen gobierno, sin sufijos, de toda la vida. Y a esa manera personalista y opaca de gobernar se añade el hecho de que no es el suyo un modelo de gestión económica. Los 53 millones de euros prestados a fondo perdido a una aerolínea venezolana de tebeo son un ilustrativo ejemplo del concepto del ahorro y de las prioridades que tiene el sanchismo en medio de la ruina nacional.

La cogobernanza sanchista es, en la teoría, la oquedad de la oquedad y, en la praxis, el ejercicio del poder a golpe de decreto. Es la imposición sin consenso del Gran Cogobernante a los propios nacionalistas que le sostienen en La Moncloa y la contumaz negativa a crear una legislación que permita a las autonomías tomar las medidas adecuadas a su situación epidemiológica. Como contra ésta no hay otro instrumento que el estado de alarma, porque él se ha encargado de que no lo haya, se permite regatearlo ante la cuarta ola. Para que sea la oposición la que le pida ese estado de alarma que le permite gobernar sin oposición. ¡Bingo!