EL CORREO, 30/10/11
Cientos de personas dieron en San Sebastián su último adiós al político y abogado que fundo Euskadiko Ezkerra
Que Juan Mari Bandrés era un reconocido político y una persona apreciada quedó probado en el funeral celebrado anoche en la parroquia de San Vicente, en la Parte Vieja donostiarra, presidido por el párroco Félix Garitano y concelebrado por otros nueve sacerdotes. Por la mañana sus restos habían sido incinerados en el cementerio de Polloe.
Cientos de allegados y amigos del abogado donostiarra abarrotaron la iglesia, destacando la presencia de los rostros más conocidos del socialismo vasco desde la Transición hasta la actualidad. Bandrés fundó el partido Euskadiko Ezkerra en 1982, y once años después se fusionó con el PSE. Sus compañeros más jóvenes en EE le llamaban cariñosamente el ‘obispo’. Entre la larga lista se encontraban el ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui; el lehendakari Patxi López; los consejeros del Gobierno Vasco Rodolfo Ares (Interior), Gemma Zabaleta (Empleo y Asuntos Sociales), Blanca Urgell (Cultura) e Iñaki Arriola (Vivienda y Transportes), al igual que otros dirigentes de la formación socialista. Entre estos últimos, Txiki Benegas, el exalcalde donostiarra Odón Elorza, Roberto Lertxundi, Manuel Huertas, Ramón Etxezarreta, José Antonio Maturana y Mikel Unzalu. También se pudo ver a Kepa Aulestia, que fue compañero de Bandrés en Euskadiko Ezkerra; el exconsejero vasco de Cultura y profesor de la Universidad del País Vasco Joseba Arregi, el escritor Felipe Juaristi y la expresidenta del PP vasco, María San Gil. Antes de comenzar el funeral, y a su término, muchos de ellos se acercaron a dar el pésame a la viuda, María Josefa Bengoechea, y familiares.
«Un luchador por la libertad»
En su homilía, el párroco Félix Garitano definió a Bandrés como «amigo» y destacó que era «un creyente y un seguidor de Jesús». «Te felicitamos por tu vida. Aunque fuera limitada en lo físico al no poder andar y hablar en catorce años, nos ofreciste rasgos maravillosos», subrayó. Entre estos últimos destacó «su lucha por la paz y la libertad, por los derechos humanos y por una Euskal Herria diferente». En este sentido, manifestó que «sentimos tu ausencia en estos momentos de esperanza» por el final del terrorismo, y se mostró convencido de que seguirá «en nuestro recuerdo» y de que «ha entrado a formar parte ya de la historia de este país». El sacerdote no olvidó tampoco la labor de Bandrés como presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), desde 1995 a 1997, en favor de los inmigrantes. Las palabras del párroco fueron refrendadas al final de su homilía con aplausos por parte de los fieles.
Uno de los momentos más emotivos de la ceremonia religiosa fue cuando pidió a los presentes que recordaran los «mejores momentos vividos con Juan Mari». Una suave música ayudó a reflexionar a los fieles, algunos de los cuales no pudieron ocultar sus lágrimas. El ‘Agur jaunak’ y un aplauso sentido de los presentes pusieron el broche final a una emotiva ceremonia.
Bandrés falleció la madrugada del viernes en su domicilio del barrio donostiarra de Gros a los 79 años de edad víctima de un cáncer, aunque en octubre de 1997 sufrió un ictus cerebral que le dejó paralizado en una silla de ruedas y sin poder hablar. En los últimos años era habitual verle pasear en su silla de ruedas, entre el Boulevard y la avenida de la Libertad sobre todo, acompañado por su mujer y sus hijos, que hacían de intérpretes cuando algún amigo o conocido se dirigía a él. Aunque no hablaba, se expresaba con sus ojos y sus manos.
Tras conocerse su fallecimiento, amigos y allegados coincidieron en que era «un político brillante, inteligente, afable, educado, la ‘corbata de Euskadiko Ezkerra’, y un hombre de bien que luchó por la libertad». Todos lamentaron que no pudiera ser testigo del final de ETA.
EL CORREO, 30/10/11