Empeoran las previsiones

IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

El Banco de España (BdE) publicó ayer unas nuevas previsiones para la economía española, tras evaluar las repercusiones causadas por la guerra de Ucrania. Como era de esperar son sensiblemente peores que las anteriores, que fueron realizadas cuando despedíamos a la pandemia y el Donbás quedaba muy lejos, en el desconocimiento geográfico de la mayoría. Ahora nos dice que tendremos unos meses de inflación alta, pero no mucho más que la ya registrada y que las cosas de los precios volverán a su cauce según avance el segundo semestre para retornar definitivamente al ansiado 2% en el año próximo. No sé cómo ha llegado a esta conclusión, que yo calificaría de feliz, dado el estado de la situación. Seguro que las medidas de contención de los productos energéticos, el de los carburantes y la luz, consiguen calmar la excitación actual de precios, pero, ¿lo harán tanto como para compensar la catarata de subidas de todo tipo de productos que circula por las cadenas de producción? Ojalá sea sí, pero lo dudo mucho. Y en todo caso, recuerde que no se contienen los precios en origen que pagamos a los proveedores internacionales, que eso no depende de nosotros, sino solo el impacto inmediato sobre el bolsillo de los ciudadanos. Por si acaso, y para moderar el entusiasmo, le recuerdo que el BdE ya se equivocó con esto de los precios cuando calificó las primeras subidas de moderadas y muy coyunturales y no han sido lo primero, ni serán lo segundo.

Como el alza de los precios reduce la capacidad de compra de los ciudadanos; y como en tan desagradable tarea cuenta con la inestimable ayuda del Gobierno, que no deflacta los impuestos pues prefiere hacer caja -en el País Vasco sí se hace-, la actividad se va resentir. Y allí donde vislumbraba un crecimiento del 5,4% para el presente ejercicio, se queda ahora en una estimación de tan solo un 4,5%. Es una pena que el organismo regulador no goce de la agudeza visual de la vicepresidenta primera o el de la ministra de Hacienda. Mantienen, contra toda lógica, una estimación del 7%, que fue la utilizada en la elaboración de los Presupuestos Generales y que está hoy más obsoleta que las cataplasmas de mostaza. Ya sabe que, aquí, se trata de evitar las malas noticias y los disgustos a la gente. Para esa función tan vil ya estamos los agoreros de siempre.