¿En Baviera o en Babia?

PEDRO JOSÉ CHACÓN DELGADO, EL CORREO – 07/06/14

Pedro José Chacón Delgado
Pedro José Chacón Delgado

· La inmensa mayoría en el PP vasco actual desconoce que la cultura vasca, euskera incluido, le pertenece por derecho propio desde antes que a los nacionalistas.

Lo que nadie pudo imaginar, aun concediéndoles su carácter de test previo, es que unas elecciones europeas nos iban a traer el terremoto político en el que ahora vivimos. La situación del PP, que parece quedar a salvo de este vértigo del mes de junio, por ser el partido del Gobierno, no debería confundir a nadie, y menos a sus representantes en Euskadi. Es más, cabe afirmar que tras el 25-M el PP vasco se encuentra a un solo paso de la marginalidad política.

Los antecedentes son conocidos. Desde que terminó el terrorismo el 20 de octubre de 2011, el PP vasco fue dejando pasar los meses y luego los años sin tomar conciencia del nuevo escenario. Empezó por no creerse el anuncio, después contribuyó decisivamente a que el único Gobierno no nacionalista de la historia en Euskadi cayera bastantes meses antes del fin de su legislatura, continuó con el abrupto adiós de su anterior líder, prosiguió con los puenteos y las rebeliones internas contra la nueva presidenta, para llegar a este resultado electoral que constituye, sin duda, el preámbulo de la catástrofe que se avecina.

Y ya no vale, en absoluto, invocar la pasada etapa terrorista y las desventajas que trajo consigo. Aun siendo innegable el beneficio directo y profundamente inmoral que la violencia terrorista ha reportado a los partidos nacionalistas, la historia sigue sin remedio y hay que hacerle frente y, si no, lo mejor es dejar paso a los que vienen por detrás, que no sufrieron en primera línea los años de plomo pero que están dispuestos a recoger el testigo y tirar para adelante.

El nuevo escenario exige, indefectiblemente, que el PP vasco nos haga saber que tiene un proyecto y que está dispuesto a llevarlo a cabo. Y ese proyecto pasa, sí o sí, por demostrar que se tiene una identidad en este país de la identidad que es Euskadi. Y si ponemos el modelo de Baviera como motor económico para salir de la crisis, como hizo Arantza Quiroga en uno de sus mítines de esta pasada campaña, la singularidad cultural de Baviera en Alemania, ¿quién la pone en Euskadi? ¿El PP vasco? A no ser que se piense que la identidad se construye sola, que la hacen otros o que viene dada por añadidura. Y esta es una carencia del PP vasco que el paraguas del PP nacional nunca podrá suplir.

Hasta tal punto carece el PP vasco de proyecto propio que todos sus movimientos van en función de las nuevas propuestas que surgen para disputarle su espacio: primero UPyD, luego Vox. Partidos sin ningún recorrido histórico que, amagando por la derecha, le infunden pavor. En la pasada campaña electoral, el miedo a Vox, que ya es temer, condicionó todo el discurso del PP vasco: dándole protagonismo a Iturgaiz para conjurar el peligro, sin buscarle un contrapunto moderado y vasquista, provocó que gran parte de su potencial electorado se fuera al PNV sin dudar.

Es urgente e inaplazable, por tanto, que el PP vasco, si no quiere acabar como testimonial en Euskadi, se dote de un proyecto propio y que sus dirigentes, cuadros y militancia se lo crean, lo hagan suyo y lo utilicen en la batalla dialéctica diaria. De ese modo se evitaría repetir tics que no funcionan, como el de pedirle al PNV de Urkullu «que se retrate» sobre el autogobierno, algo que Basagoiti usó hasta la extenuación en la campaña de las últimas autonómicas sin ningún resultado. O el bandazo en el tema de Garoña, pensando que la postura de Maroto es la guía, porque por apenas 70 votos impidió que Bildu ganara también la capital en Álava. Rechazar la energía nuclear después de Fukushima es lo fácil, pero debatir sobre la repercusión de nuestra cada vez mayor dependencia energética en el recibo de la luz que pagamos, o sobre la adhesión de Cuba y Venezuela, tan admirados por algunos, al programa nuclear de Irán, eso no parece pertinente.

La inmensa mayoría en el PP vasco actual desconoce que la cultura vasca, euskera incluido, les pertenece por derecho propio desde antes que a los nacionalistas de cualquier signo. Pero esto les suena a especulación delirante. Piensan que el españolismo es la única seña de identidad del PP vasco. No conocen, y lo peor es que no quieren conocer, que hay una historia que marca la identidad del centro derecha, que se sentía vasco y español a la vez sin contradicción, representando al menos un tercio de todo el País Vasco y en Álava fue siempre mayoría.

En el PP vasco creen que la cultura vasca es solo cosa de nacionalistas y así se les está yendo este país sin darse cuenta. ¿Lo de la Feria del Libro de Durango?: en el puente de la Inmaculada mejor irse a la nieve. ¿Lo de la conquista de Navarra en 1512?: ¡bah!, a quién le importa lo que pasó hace cinco siglos. Muy bien, pues con esos dos pilares culturales el nacionalismo está construyendo su hegemonía, tanto en la calle como en el sistema educativo. Y qué decir de la figura del delegado del Gobierno: un verdadero festín para la estrategia nacionalista. ¿Es que no es consciente el PP vasco, y el español en su conjunto, de las remesas de votos que se van al nacionalismo cada vez que el delegado del Gobierno denuncia una falta contra la bandera española o un uso abusivo del euskera sin ofrecer al mismo tiempo una alternativa cultural y simbólica que demuestre la mutua imbricación de lo vasco y lo español en la historia?

La conclusión es que el PP vasco se debate entre dos regiones europeas, Baviera y Babia. De una coge su modelo económico, pensando que su personalidad cultural, tan destacada dentro de Alemania, se da como por generación espontánea. En la otra es donde situamos al PP vasco cuando piensa y actúa como si lo único importante, viviendo aquí, fuera sentirse español y esperar a que el PP nacional provea. ¿A ver si es que se les olvidó que también son vascos y ya no saben, ni quieren saber, cómo serlo? Pues si es así, apaga y vámonos.

PEDRO JOSÉ CHACÓN DELGADO, EL CORREO – 07/06/14