EL MUNDO 11/09/15 – Entrevista JOSEP BORRELL
· Ex ministro y ex presidente del Parlamento Europeo. Es noticia por dos asuntos: por publicar el libro ‘Las cuentas y los cuentos de la independencia’ y porque TV3 canceló el programa donde iba a hablar de él porque, denuncia, «está cerca la campaña»
En noviembre de 2014 el ex líder socialista Josep Borrell (Puebla de Segur, Lérida, 1947) regresó a la actualidad política por una famosa entrevista en Catalunya Ràdio. Borrell cuestionó los dos grandes argumentos económicos empleados por los partidos soberanistas para denunciar el expolio fiscal que, según ellos, sufre la Comunidad Autónoma: que una Cataluña independiente contaría con los 16.000 millones de euros anuales que, calculan, le cuesta pertenecer a España; y que Alemania limita en su Constitución la solidaridad interfederal al 4,5% del PIB. Su intervención radiofónica obligó a la Generalitat a recalcular sus balanzas fiscales y el Gobierno alemán le dio la razón. Catorce meses después considera el momento de explicar que no existe «una independencia sin costes» y que Cataluña no será independiente sin un reconocimiento internacional.
Pregunta.–¿Sufre Cataluña un expolio fiscal?
Respuesta.–Cataluña paga algo más de lo que le correspondería. En el libro hacemos un cálculo razonado y razonable y nos sale que el pretendido expolio, como mucho, como mucho, es de un punto o punto y medio del PIB, no ocho puntos. Son entre 2.000 y 3.000 millones.
P.–Los partidos soberanistas insisten en que una Cataluña independiente contaría en el acto con 16.000 millones anuales. El catedrático de Economía y candidato de Junts pel Sí por Tarragona Germà Bel insistía en ello la pasada semana.
R.–También él insistía en que Cataluña no dejaría de ser miembro de la UE ni un solo segundo. El personaje que usted menciona, cuando todo esto pase, no quedará como una gloria de la ciencia económica.
P.–¿Por qué los economistas han asumido el debate independentista en Cataluña o buena parte de él?
R.–Porque en Cataluña es muy difícil remar a contracorriente. Apuntarte al discurso hegemónico reporta, no sólo ventajas materiales, sino también reputacionales. Los 16.000 millones se han repetido machaconamente durante años. Es una cifra mítica. Todo lo demás ya da igual. El conseller [Andreu] Mas-Colell, la persona más seria y reconocida internacionalmente, dice que la independencia aportaría a Cataluña «un ligero excedente fiscal», que cifra entre 2.000 y 3.000 millones. Pese a eso, siguen repitiendo que con la independencia tendrían el superávit más grande de Europa.
P.– Usted sostiene en su libro que el soberanismo intenta llegar con la economía donde no llega el sentimiento identitario.
R.– Un día me dijo Jordi Pujol: «Usted no es catalán, usted ha nacido en Cataluña», y yo le contesté, «¿y usted quién carajo es para repartir carnés de catalanidad?». Hay una situación en Cataluña por la cual una parte importante y muy influyente de la población siente un ethos, una forma de ser, una identidad distinta de la española. Han roto psicológicamente con España, les da igual el coste de no serlo, pero ese grupo hegemónico no es mayoritario. Para construir una mayoría política tienen que atraer a esa posición a aquellos que no sienten este ethos, aquellos que, como yo, comparten perfectamente la identidad nacional española y catalana. ¿Y cómo se hace? Convenciéndoles de que la independencia les aportará grandes ventajas materiales, de aquí los 16.000 millones, de aquí lo de que no saldremos de la UE, lo de que se van a subir las pensiones un 20%, como están prometiendo por los hogares de la tercera edad. Si usted no es catalán por emoción, pues séalo por interés.
P.–¿Y usted cree que una Cataluña independiente es viable?
R.–Si Cataluña amaneciera por arte de magia como un Estado independiente, sin ninguna alteración en su entorno económico y político, si siguiera en la UE y en el euro, si no se alteraran las relaciones comerciales con su principal cliente, que es España, si la reconociera la comunidad internacional, si no hubiera dudas en el sistema financiero sobre su solvencia, si todo siguiera igual por arte de magia, claro que sería viable. Pero lo que falla es lo de la magia.
P.– ¿Se parece Cataluña hoy en algo a la Italia o a la Alemania de los años 30, como dijo Felipe González?
R.–Hay una frase desafortunada, excesivamente sintética, que ha dado lugar a toda clase de descalificaciones a quien la pronunció. Tengo entendido que una de las reglas de la comunicación es que cuando señales a la luna procura que la gente no se fije en tu dedo. En este caso ha pasado eso. Dicho eso, en Cataluña hay hoy una espiral del silencio que tapona la expresión, las opiniones contrarias al mantra oficial, y el hecho de que me hayan vetado en TV3 es un buen ejemplo, pero hay muchos ejemplos así. Cataluña vive una espiral del silencio por la cual la opinión contraria se calla y la dominante se expande como un gas y ocupa todo el espacio político.
P.– ¿Y cómo se ha llegado a esto?
R.–Hemos llegado por abdicación de algunos y por la enorme fuerza que tienen los otros. Ha abdicado mucha gente: los periódicos, los partidos políticos, los gobiernos, la sociedad civil. ¿Cómo es posible que durante años se haya dicho a los catalanes: ‘Ah, si fuéramos un lander alemán no pagaríamos más del 4,5% del PIB’ y no ha habido ninguna voz en Cataluña que lo haya contestado? Tampoco el PSC lo ha desmentido, la primera voz socialista que lo desmintió fue la mía y entonces no tuve tampoco demasiado eco. Ahora sí.
P.–¿Cómo debe sentirse un catalán que paga mucho dinero en peajes cuando ve que Madrid está rodeado por autopistas en quiebra?
R.– Mis argumentos no van a servir de ningún consuelo al catalán que está obligado a pagar peajes. Ahora, en mi libro explico cosas que nadie sabe: que a los contribuyentes españoles las autopistas de peaje nos costaron un ojo de la cara. No sólo se han pagado con sus peajes, sino que las hemos pagado en buena medida todos, porque esas autopistas se construyeron con un seguro de cambio que dio el Estado garantizando el tipo de cambio de los capitales extranjeros invertidos. Como la peseta se devaluó hubo que pagar esa diferencia de cambio y durante muchos años el dinero que no se invertía en España iba a financiar las autopistas de peaje en Cataluña. Insisto, al señor que paga el peaje esta historia no le servirá de consuelo, pero debería saber que, si no fuera por eso, pagaría el doble.
P.–¿Qué solución ofrece usted?
R.–Esto no va de euros, esto va de ethos. Esto no es un problema que se pueda arreglar con unos miles de millones más. Esto va de identidades. En Baviera, el 25% de la población preferiría un país independiente. Con un 25% se puede subsistir, con un 40% no. Hay que reducir la parte de la población que se siente tan agraviada que quiere irse de España sí o sí, aunque fuera haga mucho frío.