En la cumbre

Santiago González, EL MUNDO, 21/9/12

No estuvo mal la advertencia de Rajoy aMas desde el Congreso: «Haré guardar la Constitución si fuera necesario». Si hay un deber que tiene todo gobernante por encima de cualquier otro es el de cumplir y hacer cumplir las leyes. Podría esculpirse en la fachada de La Moncloa para explicar una obligación cotidiana que no dependede circunstancias excepcionales ni está circunscrita a crisis graves. Es como lo de ducharse todas las semanas: aunque no se necesite. Por otra parte, le ha dicho no a lo que requería una respuesta negativa, pero el asunto es si Mas ha tenido la réplica adecuada después de una semana en que s epuso al frente del independentismo, aunque fuera mediante la presencia vicaria de su mujer tras la pancarta; en la que reclamó a la vez el pacto fiscal y la independencia, además de exigir los 5.000 millones del rescate, anunciando de antemano que no piensan dar las gracias y rematar los desplantes con el desdén a La Moncloa para dar su rueda de prensa en la embajada que la Generalitat tiene en Madrit.

Se me ocurren algunos gestos que quizá habrían resultado más pertinentes. Por ejemplo: aplazar la reunión. Rajoy es un especialista en dilatar su agenda y no le hubiera costado nada demorar tres semanas el encuentro y, de paso, tratar el rescate catalán con la misma calma con que se toma el nuestro. También habría sido un detalle que hubiese invitado a la cumbre a AlbertoRuiz-Gallardón: «Mira, Artur, he invitado al ministro de Justicia, que, como sabes, esel notario mayor del Reino, con el fin de que te puedas sentir más en tu ambiente». O bien seguir el ejemplo de los clásicos. Cuando Aznar recibió a Ibarretxe y el iluminado Juan Josué entró al asunto afirmándose en la irrenunciabilidad de su quimera, el entonces presidente respondió: «Pues muy bien. En ese caso ya hemos terminado la reunión». Sobraban 119 minutos. No podía terminar bien, tal como se temía Mas. Y no sólo porque el pacto fiscal sea incompatible con la Constitución, como bien dijo Rajoy. También lo es con las matemáticas. La sobrefinanciación que supone el sistema de concierto y cupo es una injusticia asumible por el sistema, porque la economía vasca es el 5% de la española. El PIB catalán, en cambio, es casi el 20% del español y la suma de las partes de un todo nunca puede superar el 100%. Cuando Maragall acuñó el concepto defederalismo asimétrico, el gran oxímoron de la política española, no podíamos suponer que Mas mejoraría el hallazgo, con la formulación de la independencia asimétrica. Y eso, ¿cómo se come? Pues más o menos como la emancipación de los niños con madre consentidora: yo me independizo de ti, pero tú no te independizas de mí. Un suponer: el mercado español seguirá siendo un espacio privilegiado para las exportaciones catalanas, el Barça jugará en la Liga española y España avalará la entrada del nuevo estado en la Unión Europea. Ah, y se quedará con la deuda, para que la nova nació se estrene sin hipotecas. Como le dijo el joven Vito Corleone a Don Roberto en El Padrino II:«Ah, y el perro se queda».

Santiago González, EL MUNDO, 21/9/12