En las elecciones inglesas ganó Rajoy

ABC 09/05/15
RAMÓN PÉREZ-MAURA

· Lo que funciona allí no tiene por qué funcionar aquí. Pero me pregunto yo si lo que falla allí –las encuestas– fallará igual aquí

SUPONGO aliviados a los demóscopos patrios. En el Reino Unido también se equivocan. Tanto o más que sus colegas españoles. Pero probablemente lo más relevante del resultado de las elecciones británicas es que el anuncio del fin del bipartidismo era algo muy prematuro. Sigue habiendo sólo dos partidos que pueden gobernar. Los mismos de siempre.

Algo funciona mal en la metodología demoscópica cuando no es capaz de medir algo tan sencillo: el Partido Conservador heredó un país en crisis, hecho resumido en la carta que dejó el último secretario del Tesoro laborista anunciando a su sucesor, el 6 de abril de 2010, que «me temo que no hay dinero. Saludos cordiales y buena suerte». Pero ese partido ha conseguido dar la vuelta a la economía nacional, ha logrado una tasa de empleo que es una plusmarca histórica, una inflación tan baja que la mayoría de los votantes nunca la tuvieron mejor en su vida, tiene el precio de la gasolina y los alimentos a la baja, igual que las hipotecas… Con todo eso, es inverosímil que las encuestas no fueran capaces de predecir una clara victoria conservadora. Pero no lo hicieron. Solemos decir que las encuestas, más que para predecir un resultado, sirven para indicar tendencias. Pues esta vez, ni eso. En los últimos días daban un repunte de los laboristas. Y si esa era una tendencia real, ¿hasta dónde habían caído antes sin que esas mismas encuestas fueran capaces de ponerlo de manifiesto?

Llevamos muchos meses –servidor de ustedes el primero– diciendo que la economía no basta. Que hay que dar la batalla en otros terrenos. Pues no sé si ese será el caso en España. Pero en el Reino Unido, donde las encuestas daban a Cameron un resultado peor que a Rajoy en España, la economía le ha salvado. Sí, el Reino de España no es el Reino Unido –y esto no es una metáfora– y lo que funciona allí no tiene por qué funcionar aquí. Pero me pregunto yo si lo que falla allí –las encuestas– fallará igual aquí.

Alguna de las políticas que con más argumentos se echa en cara a Rajoy, la de su pasividad frente a los nacionalismos, se ha demostrado tanto o más errónea en el Gobierno Cameron. Primero convocó un referendo en Escocia, sin necesidad de hacerlo. Después, ante la evidencia de que lo perdía, tuvo que prometer un potosí. Y cuando lo ganó –gracias a los laboristas– tuvo una actitud tan prepotente que ha logrado dar al Partido Nacionalista Escocés un poder en Westminster con el que nunca soñó. Y, aun así, Cameron preside ahora un Gobierno sustentado en una mayoría absoluta –cortísima, sí, pero absoluta.

Rajoy tiene muchas razones para sentirse reivindicado en el resultado de Cameron aunque sólo sea por el paralelismo en su apuesta por la economía. A partir de ahora surgirán los desencuentros habituales e inevitables. Empezando por la cuestión europea, tan ausente de la campaña electoral y en la que Cameron ya dejó entrever ayer la primera promesa incumplida: él había prometido un referéndum sobre una nueva relación con la Unión Europea. Pero como de aquí a 2017 es metafísicamente imposible que negocie un nuevo tratado de adhesión británica a la Unión, su promesa de un referendo reiterada ayer sólo es posible si lo que somete a votación es algo diferente. Y como no ha aprendido lo suficiente de las catastróficas consecuencias del referendo escocés, allá va a por otro.

Esperemos que Mariano Rajoy, además de sentirse justamente reivindicado por el resultado de David Cameron, aprenda también de sus errores.