Mikel Buesa-La Razón

  • Sánchez presume de sus logros, pero es un cascarón vacío
 

…los españoles nos levantamos, hace tres años, bajo una orden de confinamiento que nos obligaba a permanecer en nuestra casa. Nuestra libertad de movimientos se había visto seriamente limitada por la declaración del estado de alarma que había dictado el día anterior el Gobierno. Pasarían meses hasta el 21 de junio, el día en el que decayeron los poderes excepcionales que se le habían otorgado rozando la legalidad constitucional y facilitando no pocas actuaciones en las que abusó de su poder. Y sin embargo, el Gobierno había llegado tarde a la adopción de decisiones para atajar la epidemia de covid-19, presionado por unos acontecimientos que preludiaban la cita con la muerte que muchos ciudadanos tuvieron en aquella primavera.

A día de hoy aún esperamos una valoración sosegada y objetiva de la multiplicidad de medidas restrictivas que se adoptaron en aquellos meses para sostener un confinamiento del que se derivaría una crisis económica de la que todavía no hemos salido completamente, al contrario de lo que ha pasado en los otros países europeos. Que el presidente Sánchez no haya querido someterse al juicio de los expertos y haya aplazado sine díe la evaluación prometida en octubre de 2020, no significa que no dispongamos de trabajos académicos en los que apoyarnos para poder afirmar que su gestión resultó ser, por comparación con otros países europeos, claramente deficiente. España fue uno de los países que registró más muertes por cada millón de habitantes. Además, la eficacia del confinamiento no se correspondió con su extrema dureza, sólo superada por Italia y Francia. Y el índice de control de la epidemia que elaboró la Universidad de Cambridge nos situó en el último lugar entre los treinta y tres países que se analizaron en su estudio. A ello hay que añadir una política económica débil en la que los recursos utilizados estuvieron claramente por debajo del promedio de la Unión Europea por lo que concierne al impulso fiscal, el aplazamiento de impuestos o las garantías de liquidez para las empresas. No es extraño, así, que en 2022 el PIB por habitante, descontada la inflación, fuera todavía algo más bajo que el de 2019. Sánchez presume de sus logros, pero es un cascarón vacío.