IGNACIO CAMACHO-ABC
- La disidencia interna contra Sánchez es un mero espejismo. Melancólicos y fugaces destellos de pensamiento crítico
Los barones del PSOE son una especie de criaturas mitológicas, de unicornios políticos: en realidad no existen aunque hay personas que aseguran haberlos visto. Quizá porque a veces brillan en algunos dirigentes autonómicos destellos de pensamiento crítico, breves indicios de libre albedrío o de autonomía en sentido moral, no administrativo, que los empujan a tímidos pronunciamientos de disidencia contra el oficialismo. Cuando eso sucede, los escépticos tienden a escuchar de fondo el ruido de lo que el profesor Ovejero llama «el engranaje de las calculadoras electorales», o a sentir el pálpito de que bajo ciertas proclamas de criterio independiente frente a las consignas fraudulentas de Sánchez late el barruntado peligro de una debacle. Es difícil, desde luego, seguir creyendo en la fantasía de una socialdemocracia sensata, moderada o responsable, pero esa reverberación melancólica aún es capaz de suscitar la esperanza de algunos votantes necesitados de un argumento apócrifo con el que autoengañarse.
Uno quiere pensar que la dura requisitoria de Javier Lambán contra la deriva rupturista del sanchismo es sincera más allá de la inquietud que puedan suscitarle las encuestas. La denuncia de «riesgo extremo para España como proyecto nacional» es en todo caso verdadera y tiene tanto más valor cuanto que esta vez procede de un dirigente de la izquierda. Su diagnóstico es impecable en términos objetivos, incluido el lamento por la renuncia de Javier Fernández a postularse como candidato a encabezar el partido. Pero más allá de suspiros jeremíacos, la conferencia del presidente de Aragón constituye una enmienda global al Ejecutivo, a sus alianzas extremistas, a sus mantras propagandísticos sobre el apaciguamiento fallido de un conflicto, el de Cataluña, que no se puede resolver a base de entreguismo. Su discurso ha sido taxativo, contundente, preciso. Lástima que lo matizara de inmediato, disolviendo así el fugaz espejismo de un unicornio vivo, auténtico, material, verídico.
Porque los diputados aragoneses también votaron la derogación de la sedición como delito. Y se levantaron junto a todos los demás en señal de compromiso solidario con la reforma legal que censura su secretario regional y jefe inmediato. Todos tienen claro quién es su verdadero superior jerárquico, al que deben el escaño y el que puede quitárselo. Y en las propias Cortes de Aragón, donde se supone que el presidente de la comunidad sí tiene algún poder, los socialistas rechazaron por dos veces una moción contra la exoneración penal de los separatistas amotinados. Por tanto, o Lambán está completamente aislado o su crítica es una impostura circunstancial, un señuelo táctico. Ambas hipótesis, juntas o por separado, conducen a la conclusión de que la oposición interna a Sánchez sólo es un desvarío imaginario. Un efecto de realidad distorsionada por el pensamiento mágico.