Eduardo Uriarte-Editores
El espectáculo que ofreciera el Pleno del Congreso para la convalidación del decreto de la reforma laboral no pudo ser más grotesco, escandaloso y caótico, expresión manifiesta de la degeneración política a la que España ha accedido. Tal desastre se gestó sin duda, tiempo atrás, desde la enajenada decisión del PSOE de sostener la gobernabilidad sobre una alianza antisistema formada por izquierdistas y secesionistas, constituir un Gobierno calificado por Rubalcaba con todo acierto como Frankenstein que, a su vez, ha convertido el Legislativo en un espectáculo de monstruos humanos de feria. Morbosa atracción afortunadamente hoy desaparecida. Finalmente, ese cúmulo de aberrantes decisiones ha acabado por transformar la política en una dedicación abyecta.
Toda la política española en general, porque no se salva nadie en el Gobierno ni en las Cortes, ha degenerado a las cotas de mayor irresponsabilidad e indecencia. Porque la primera víctima de la actuación sanchista ha sido la oposición, reducida a una mera reacción especular, en el mismo terreno marcado por el abanderado del aberrante estandarte del no es no. La inestabilidad política, la radicalización partidista, la agresividad, se extiende como una mancha de aceite a todos los ámbitos sociales. Todo está politizado y manipulado sectariamente, desde las mascarillas al filete de carne.
La derecha en la que resta algo de liberalismo democrático, el PP-Ciudadanos ya sólo es un reducto de supervivencia-, sólo responde en negativo, como buen alumno de Sánchez, con noes. Por aceptable y pactada por la patronal que viniese la reforma laboral y leve modificación que padeciera, fue respondida por el PP como si realmente hubiera sido derogada. Reforma que sirve para que la UE nos suelte la necesitada financiación para salir de nuevo de la crisis…, hasta que se cansen de este país tan gamberro y tan ecologista, aunque nos paguen los no tan ecologistas, tan desarticulado plurinacionalmente, frente a los unitarios, tan plurilingüe, frente a los monolingües, que son los que funcionan. Tan supinamente irresponsable, frente a los responsables. Que nos califiquen de pigs es un insulto para los de cuatro patas.
Ante la repugnancia manifestada por Frankenstein por el apoyo de Ciudadanos, ¿qué hubiera ocurrido si el PP dos días antes se decide por aprobar la reforma?… No le hubiera sido nada difícil justificarlo asumiendo responsabilidad de estado ante la UE y el acuerdo de la CEOE … Hubieran hundido al Frankenstein como los británicos hundieron al Bismark. Pero el PP prefiere estar sin honra y sin barcos, en un ejercicio de infantilismo derechista -el infantilismo no sólo es izquierdista (aportación propia a la tesis leninista, o todo lo malo se pega)-. Evidentemente, al PP le falta las habilidades mínimas con Casado para hacer frente a los maestros de filibusterismo en el que se ha convertido el PSOE. Frente a infantería en movimiento, infantería en movimiento, y no verlas venir por detrás.
Así pues, la conclusión de este pensamiento no puede ser más pesimista, no sólo tenemos el peor Gobierno de la democracia, sino que la alternativa a él no existe por dar pruebas de ser tan mala como lo que se quiere sustituir. Como no existe la mínima posibilidad de atisbar la solución Draghi, ni la Macron, ni la multicolor germana, ni la portuguesa…, no es que en mi desesperación esté anhelando el caballo de Pavía, Quizás sea conformarse con el rucio de Sancho Panza, pero, ¡oh desesperación!, muchos escaños están ya ocupados por sus congéneres.
Ante tan esperpéntica realidad, concluyente del deterioro político, que se trasladará a lo económico y de ahí a los social, no es de extrañar el ninguneo actual que padece España por parte de sus aliados, el acoso que padecemos desde el sur, y la continuación de las revueltas neocarlistas por el norte. Hasta el próximo número en la Carrera de San Jerónimo.
Nota: cuando Pavía entró en el Congreso se debatía acaloradamente sobre la importación de farolillos de papel. Y perdonen mi sarcasmo. Pero ya está bien.