EL MUNDO 13/05/13
SANTIAGO GONZÁLEZ
Las encuestas traen recuerdo de aquella época de la Transición, en el filo de los años 80, que recibió el nombre de una película de Jaime Chávarri sobre la familia Panero, El Desencanto. Ya hubo entonces un bajón en la consideración de los españoles sobre la democracia y sus instituciones. La Monarquía era por entonces la institución más valorada. Los ciudadanos, y también las ciudadanas, claro, tenían una opinión mejor de lo que les había venido dado que de lo que habían elegido ellos mismos.
El descrédito de las instituciones es ahora mayor y la Corona no está en sus mejores momentos en el imaginario ciudadano. Una mayoría clara (55%) considera que el Rey debería abdicar en el Príncipe Felipe y ésta es una idea mayoritaria en todas las fuerzas políticas salvo en el PP, cuyos votantes prefieren la continuidad por 53% frente a los partidarios de la abdicación, 41,1%.
Siempre hemos tenido una relación bipolar con la Monarquía y un poco de lío conceptual, a pesar del resultado que nos dieron las repúblicas. Tras el exilio de Isabel II en 1870, nuestros antepasados tuvieron una vida muy convulsa. En un quinquenio se amontonaron Amadeo de Saboya y la I República, con su cantón de Cartagena, sus cuatro presidentes y su pronunciamiento de Sagunto que restaura la Corona en el joven Alfonso en 1875. Cuando éste volvía del exilio y marchaba hacia el Palacio Real entre aclamaciones, reparó en un mozo que aplaudía con gran fervor y lo llamó para felicitarlo (y felicitarse), a lo que el chico respondió: «¡Pues no sabe usted la que organizamos el día que echamos a la puta de la Reina!».
De ahí que los partidarios de la abdicación sean mayoría, cosa que se explica porque el 74% de los encuestados tiene una buena o muybuena opinión del heredero de la Corona. Los menos partidarios, los votantes de Izquierda Unida, superan el 60%, no les digo más. Casi dos tercios, el 65,4%, piensan que la presencia internacional del Príncipe Felipe sustituye a la de Don Juan Carlos sin pérdida de efectividad. Ésta es una mayoría transversal sin distinciones por razón de sexo, edad o recuerdo de voto. La Reina tiene la mejor puntuación de la familia; el 75,6% tiene buena o muybuena imagen de ella y la Princesa Letizia aprueba con holgura (55,6%) lo que será, supongo, un disgusto para Peñafiel. La Corona suspende clamorosamente (79%) en la gestión del caso Urdangarin y aún es mayor, 80,7%, el porcentaje en desacuerdo con la desimputación de la Infanta.
Ninguna etapa de libertades en España llegó a durar los 38 años que lleva en su puesto Don Juan Carlos
Don Juan Carlos no es el viejo rey leño, como el Claudio de Robert Graves al decir de la Sibila, que nombró heredero a Nerón para que Germánico reimplantara la República. En esta hora de penumbra institucional, el porcentaje de quienes juzgan como bueno o muybueno el balance del reinado de Don Juan Carlos es favorable (46,5%) frente al 21,5% de quienes lo juzgan malo o muymalo. La entrevista pregunta por el balance, y para hacer el balance es obligado echar un vistazo a la cuenta de resultados.
Otro método recomendable es preguntarse: ¿comparado con qué? Y es obligado responderse que el Monarca ha encarnado la Jefatura del Estado durante el periodo más largo que conoce nuestra Historia en que los españoles hayamos convivido en libertad. «La más triste sin duda es la de España, porque termina mal», escribió Gil de Biedma sobre todas las historias de nuestra Historia. Ninguna etapa de libertades llegó a durar los 38 años que lleva Don Juan Carlos, sin contrastar con las dos experiencias republicanas. Ésta es una razón que debería llevarnos a la convicción de que la abdicación puede esperar, mientras tenga fuerza y determinación para la tarea. No sólo porque después de tanto trienio merece una consideración y un respeto, sino para no cargar al Príncipe con una hipoteca pesada para el comienzo de su reinado.