Antonio Rivera-El Correo

Lo que ha ocurrido en Vitoria en la lucha por el Ayuntamiento es que el PNV se la ha dado. El resto han mejorado algo, con resultados dispares. Bildu no ha dado tanto miedo como hace cuatro años, por motivos propios y ajenos. La candidata socialista ha recogido el pertrecho positivo de la gestión municipal que su socio nacionalista ha despreciado. El PP ha mejorado un poco respecto del pozo en que se quedó en la última elección. Por menos de un punto y de mil votos, esas diferencias han dado victorias sorprendentes, consoladoras o agridulces, respectivamente. Pero lo cierto es que solo ha fracasado el PNV, cambiando de caballo a poco de sonar el disparo de salida de la carrera, con una candidata a la que no han podido proyectar y con una herencia de la que no sabían si hacerse o no cargo.

Hay otra razón estructural, claro está: en Vitoria y en todo el País Vasco y Navarra, en su mejor escenario, el municipal, Bildu avanza en el proceso de superación del nacionalismo tradicional, el sorpaso para el que nació ETA hace más de sesenta años; a la vez se va comiendo a la izquierda no nacionalista, que también para eso surgió.

Pero lo de Vitoria lo pone todo a prueba: no suma nadie, la hipótesis de un gobierno Bildu en minoría ahí está, el esquema anterior de alianza PNV-PSE está muy cuestionado, se necesita a la derecha si se quiere desplazar a Rocío Vitero, no está claro si desde Moncloa preferirán desairar a Bildu o cambiar cromos con el PNV o pedir sopitas al mismísimo PP, y cualquier solución que se adopte pasará factura al gobierno nacional a uno u otro lado antes de las elecciones de fin de año.

Cabe una solución: no proceder a ninguna. Hacer en cada sitio algo distinto y que no pueda reprocharse una estrategia común que te descalifique ante alguna parte del electorado. Esa posibilidad no sería bien digerida por un PNV que hoy necesita un árnica más consistente de los socialistas vascos, pero no está para exigir. En todo caso, Maider Etxebarria tiene que presentar su candidatura y, a partir de ahí, que cada cual se retrate. Lo contrario sería insólito y letal.