KEPA AULESTIA-El Correo

La secretaria general de Podemos, ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, llamó a capítulo a sus aliados del PSOE para poner en orden la coalición de gobierno. Es decir, para que su implicación en el Poder Ejecutivo no decolore a los ‘morados’. La citación reveló algo extraño, porque se hizo pública antes de que se transmitiera por los cauces que cabe suponer existen en un gobierno de coalición, o en una coalición de gobierno. Y porque Unidas Podemos tardó en señalar a la ministra de Economía Nadia Calviño y a la reforma de la reforma laboral como causa de su dramática queja. La réplica sonó como un eco, con el presidente Sánchez situando a Calviño al frente de los cambios que deban producirse en ese ámbito, todos ellos comprometidos en el acceso efectivo a los fondos europeos. Es un lugar común atribuir las tensiones del tándem PSOE-Unidas Podemos a la falta de hábito político en gobernar por coalición en España. Pero más bien se trata de la falta de hábito en gobernar ‘lo común’ lo que dificulta el engarce ‘morado’ en el Gobierno.

A casi tres meses de que se cumplan dos años de la investidura de Pedro Sánchez, el Gobierno de coalición se sostiene sobre la certidumbre de que logrará mantenerse dos más. Descartada la posibilidad de que se alce una mayoría alternativa capaz de censurar a Sánchez, solo la sucesión de problemas que susciten serias divergencias en el bloque de aquella investidura podría acortar el mandato. Esta misma semana hemos asistido al enredo sin nombre al que Arnaldo Otegi ha sometido al Gobierno, a las advertencias de ERC y de la Generalitat denunciando que más que los compromisos presupuestarios pesan sus incumplimientos, y a la traca final de Belarra que no podía esperar otra respuesta que un jaque mate del Presidente. O te retiras de la partida, o la pierdes. Cabe pensar que esa fue la reacción de Sánchez ayer. Aunque nunca se sabe. La inhabilitación del diputado Alberto Rodríguez enervó las redes ‘moradas’.

Sánchez debe estar muy seguro de que Unidas Podemos no quemará las naves de esta legislatura, porque no podría quedarse a la intemperie sin previo aviso. Sin opción para adelantarse disolviendo las Cámaras minutos antes de un eventual desaire. Pero sin que la legislatura haya llegado todavía a su ecuador se ha desatado la inquietud. Todos los integrantes del ‘bloque de investidura’ están interesados en que se agoten los cuatro años para dar lugar a cuatro años más de mayoría de progreso. Pero, al mismo tiempo, todos ellos se muestran nerviosos. Temiendo que la legislatura se venga abajo por iniciativa de cualquiera, incluso de Pedro Sánchez, y amagando a tientas con tomar la delantera al desastre progresista. No está siendo, todavía, una ‘ruleta rusa’. Aunque en el bloque de la investidura se alardea de más temeridad de la que sus integrantes son capaces de controlar.