Alberto Núñez Feijóo ha declarado que se siente engañado por el Gobierno en la rebaja del delito de sedición y que suspende las negociaciones para renovar el CGPJ. Luego, en un rasgo de wishful thinking, añadió que si Sánchez abandonaba las malas compañías separatistas, ellos seguirían sentados a la mesa.

No debió suspender nada; la suspensión tiene un carácter temporal y lo que el PP debió hacer era romper las conversaciones. Félix Bolaños, un ministro a la altura de su jefe, había prometido al PP que no se tocaría el delito de sedición, al mismo tiempo que prometía todo lo contrario a Laura Vilagrà, su alter ego en la Generalidad, para sostener su mentira frente al PP diciendo que eso no era más que “ruido mediático”.

Ahora bien, ¿es razonable que un jefe de la oposición pueda sentirse ‘engañado’ por el presidente del Gobierno? Hombre, si el presidente es Sánchez está claro que no. Feijóo debía tomar nota de los precedentes: no consta en la biografía de Pedro Sánchez una sola afirmación preñada de veracidad dicha por su propio arbitrio. Por si las cosas no estuviesen claras, tuvo que intervenir la boquirrota ministra de Hacienda, que anunció la proximidad de la reforma sin que nadie se lo hubiera preguntado durante el debate de presupuestos. Alguien debió de advertirla de su inconveniencia, porque después rectificó para decir que no se daban todavía las condiciones, que cuando se den ya se vería.

Ha tenido que ser Bolaños el que emplee el verbo adecuado que no se atrevió a usar Feijóo: no era suspender, sino romper las conversaciones. Una pena con lo encarrilado que estaba ya todo. Es que no puede uno hacer un viaje sin que se la líen, habrá pensado Sánchez, que se ha enterado del asunto mientras volaba de Nairobi (capital del Senegal) hasta Pretoria, (capital de Botsuana) y de Pretoria a Brazzaville, que es la capital de Angola en opinión del gran geógrafo de España y de aquí su señora, la reina de África. ¿Qué pensaría William Ruto, presidente de Kenia, cuando un tipo que se proclamaba ‘líder internacional’ lo ungía como presidente de Senegal? “De Kenia, de Kenia” corrigió pacientemente, con una perplejidad comparable a la del público del Festival de Jazz de San Sebastián hace ya unos años, cuando recibió con ovación al gran Gato Barbieri antes de que el saxofonista argentino dijera sus primeras palabras: “Me alegro mucho de estar en Barcelona”.

Es la quinta vez que fracasa la negociación para renovar el Consejo y el PP debería considerar que el PSOE les engañará cuantas veces le crean. Un eventual participante en mi blog lo resumió con claridad: “si me engañas una vez, la culpa es tuya; si me engañas dos veces, la culpa es mía; si me engañas tres veces, la culpa es el PP”. Todo para que Sánchez nombre a Cándido Conde-Pumpido presidente del Tribunal Constitucional, aquel fiscal general del zapaterismo que proclamaba la necesidad de mancharse la toga con el polvo del camino, de la carretera, del molino y quien sabe si de la molinera, aunque podrían mejorar la apuesta nombrando a Conde-Pumpido hijo, que arrastra causa de fraude fiscal en una docena de prostíbulos. Feijóo no puede escudarse en el engaño de Sánchez. El presidente está en lo suyo. El jefe de la oposición debería no dejarse.