Es preciso distinguir entre el diálogo y la negociación, entre las conversaciones y las cesiones, entre las palabras y los hechos que las desmienten. También, entre lo comprensible y lo justificable. Comprendo las palabras de alguien que, como tú, ha pasado seis años cautiva, como comprendo a la familia de un secuestrado que paga. Otra cosa es que pienso que eso no es legalmente defendible.
Mi admirada Ingrid: Te escribo esta carta antes que nada para darte la enhorabuena por tu liberación hace tres meses y también por el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia que te han concedido y que te mereces sobradamente. Creo que ese premio es un reconocimiento a la incuestionable e inmensa dignidad con la que has sabido sobrellevar tus terribles años de cautiverio. Creo que esos años de sufrimiento pero también de entereza están ahí, a la vista, y no te los puede negar ni quitar nadie, ni siquiera las voces que se pretenden moralmente autorizadas para esa triste labor. ¿Autorizadas para qué y por quién? ¿Quién da aquí esa clase de certificados morales y quién se cree con derecho a quitarlos? ¿Es que no se está descalificando ya por el mero hecho de creerse acreedor a esos derechos?
Quiero que sepas que no suscribo en absoluto la petición de mis antiguos compañeros del Foro Ermua, aunque soy uno de sus fundadores, de que devuelvas el Premio Príncipe de Asturias por haber hecho esas declaraciones polémicas. No es éste el único punto en el que discrepo con esas personas. Discrepo en el fondo y en la forma. ¿Quién y con qué autoridad ética te puede exigir que devuelvas ese reconocimiento? ¿Quién puede atreverse a tratarte con esa dureza y esa indignación después de lo que has pasado y has representado? ¿Quién se ha tirado la torta de años en el monte comiendo ranas y perdiéndose la infancia de sus hijos para dar ahora lecciones de nada? ¿Quién te va a devolver a ti cada una de las horas de los seis años que has vivido en la selva y en manos de las FARC?
Yo es que creo que el testimonio personal y existencial es muy importante, que las palabras de quien pone la vida en una causa tienen un valor añadido sobre las de quienes hablan desde un despacho calentito y bien enmoquetado. Yo es que creo que el movimiento cívico nació en el País Vasco para ir contra ETA, contra todos los terrorismos, no para ir contra Ingrid Betancourt ni contra ninguna víctima. Creo que los principios están para proteger a las víctimas y que si maltratamos a una víctima para defender esos principios hemos fracasado en nuestro objetivo o -aún peor- lo hemos traicionado. Creo, en fin, que entre tú y Chavez hay mucha distancia aunque sólo sea por la trayectoria personal, que lo es casi todo, y que no se puede dirigir nadie a ti como se dirigiría a él. El que no ha entendido esto no ha entendido nada. A mí es que me parecen fundamentales los matices, el estilo, el tono. Decía Cesare Pavese que «odiamos a alguien cuando se equivoca en el tono» y yo creo que algunos al hablar de ti y de tu premio se han empezado equivocando en eso, en el tono, para seguir equivocándose en los contenidos. No estamos aquí para juzgar inquisitorialmente a nadie y menos a una víctima sino para ayudarnos a luchar contra la violencia totalitaria. Creo que hay quienes no tienen claro esto y confunden el discurso democrático con dar capones a todo referente moral que pillan por delante. Necesito confesarte en voz alta que digas lo que digas y te posiciones como te posiciones para mí tú eres obviamente y vas a seguir siendo un referente moral.
También me gustaría decirte que ese reconocimiento a ti al que me sumo sin reservas no me impide discrepar de tus ideas sobre el diálogo y la negociación con terroristas. Estoy de acuerdo en tu fe en la fuerza de las palabras. No podría ser de otra forma en mi caso que no tengo más fuerza que ésa. Pero creo que es preciso distinguir entre el diálogo y la negociación (confusión semántica a la que ya estamos demasiado habituados en España), o sea entre la tarea de disuadir al terrorista de que siga siéndolo y la de darle la razón para ratificar su sinrazón, entre las conversaciones y las cesiones, entre las palabras, en fin, y los hechos que las desmienten. Y creo que es preciso distinguir también entre lo comprensible y lo justificable. Yo comprendo las palabras de alguien que, como tú, se ha pasado seis años cautiva, como comprendo a la familia de un secuestrado que paga o a un señor que roba en un supermercado por dar de comer a sus hijos. Otra cosa es que pienso que eso, que es pefectamente comprensible, no es legalmente defendible.
creo que hay que partir de que la comparación de la situación española y de ETA con la de la Colombia en la que nacen las FARC es inadecuada. Esa comparación ya se dio antes con Clara Rojas durante el transcurso del último Congreso de Víctimas del Terrorismo organizado por el CEU y se saldó con la ausencia de la oponente anunciada. Fue una torpeza por parte de esa universidad mezclar la situación colombiana con la española, el terrorismo que surgió en un país en vías de desarrollo con el que sobrevive en otro de la Unión Europea. Sé que éste es un tema incómodo pero resulta evidente que se trata de dos contextos diferentes, que ahora con tu caso se vuelven a mezclar. Un país no desarrollado donde no existían clases medias sino marginación y oligarquía, donde el nivel de inseguridad en la calle es aún de los más altos del mundo y donde la selva con su propia ley, que no es la del Estado Derecho precisamente, ocupa más de la tercera parte del territorio nacional; donde la democracia ha constituido hasta hace no muchos años una débil entelequia; un país insondable cuya economía más boyante ha sido la sumergida y se ha sostenido sobre la producción de droga, donde la situación geopolítica permite aún mantener en amplios sectores de la población la fantasía de la revolución y donde uno y otro fenómenos, narcótráfico y guerrilla, se mezclan y se necesitan, no es una referencia para un terrorismo de un país europeo y desarrollado. ¿Qué tiene que ver todo eso con la sociedad española actual y con el problema de ETA? El nacionalismo totalitario del País Vasco ha buscado siempre referencias inadecuadas para compararse, cuando no era la situación palestina era la irlandesa en cuyos casos sí ha habido invasión armada y confiscaciones de derechos básicos a los vencidos. Ahora, paradójicamente, desde algunos sectores de la derecha española se están también buscando comparaciones inapropiadas y la del contexto español con el colombiano es una de ellas, como también lo fue la de la lucha contra ETA con la guerra de Irak.
En fin, que yo también estoy por la palabra en la prensa, en las instituciones, en las calles y en las cárceles, pero en contra de la negociación, aunque no por ello haría nunca sangre contigo. Bastante sangre han hecho contigo las FARC. Sigues teniendo mi admiración y respeto desde mi significancia o insignificancia en la lucha contra el terror. Enhorabuena, Ingrid. Quiero que sepas que cuando recojas ese merecido premio, muchos españoles te aplaudiremos desde la solidaridad, la emoción y la discrepancia.
(Iñaki Ezkerra es escritor y fundador del Foro Ermua)
Iñaki Ezkerra, EL DIARIO VASCO, 21/10/2008