Los enredos desestabilizadores de Batasuna no han tenido mal resultado: abandono de Batzarre -la única sigla no nacionalista que había en la coalición-, enfrentamiento de EA con los demás socios y acercamiento defensivo de Aralar, el PNV y los independientes. Aunque todavía no ha terminado la historia.
Hay que reconocer que Batasuna ha logrado un éxito parcial al convertir la coalición Nafarroa Bai en una jaula de grillos con sus miembros enfrentados y dando una imagen poco edificante de cara al electorado en vísperas de las elecciones forales.
ETA y su entorno político se han pasado los últimos años estudiando la forma de dinamitar una coalición que representaba en Navarra a todas las siglas nacionalistas con la excepción de Batasuna y que tuvo unos resultados importantes en las autonómicas de 2007. ETA y Batasuna no querían el éxito de una lista nacionalista en la que ellos no estaban y que, además, podía terminar arrastrando a su electorado.
Evitar la consolidación de Nafarroa Bai ha sido uno de los objetivos principales de la izquierda abertzale. Algunos documentos de ETA del año 2008 evidencian la preocupación de la banda terrorista con respecto a Na-Bai, preocupación que les llevó, incluso, a «valorar la posibilidad de meter un topo», tal como afirma uno de los escritos intervenidos a los dirigentes de la banda. «Tenemos dificultades para meter mano a Na-Bai», añadía el mismo documento etarra.
La frustración inicial fue cambiando a lo largo de 2010, a medida que se estrechaba el pacto entre Batasuna y Eusko Alkartasuna. Los primeros se propusieron convertir a los segundos en un caballo de Troya dentro de Nafarroa Bai, no tanto para que les abrieran las puertas de la coalición -la izquierda abertzale no quería entrar como uno más en Na-Bai- sino para acentuar sus conflictos. Batasuna invoca ante EA la coherencia nacional: si se hacen pactos para la Comunidad Autónoma Vasca, ¿cómo se va a dejar fuera a Navarra? ¿En qué lógica nacionalista cabe esa frontera?
Para reforzar ese mensaje, la izquierda abertzale promovió una plataforma supuestamente ciudadana en Navarra para abogar por la unidad de todos los independentistas, fuera de Nafarroa Bai, por supuesto. Se trataba de hacer presión sobre Aralar, pero ante todo sobre EA, identificada como el punto débil de la coalición por su acercamiento a Batasuna. La formación ilegal ofreció el 14 de noviembre a Aralar y EA un nuevo pacto para Navarra que, obviamente, significaba dinamitar la actual coalición. El partido de Zabaleta lo rechazó de inmediato.
Aralar, viéndolas venir, ha tratado de anticiparse ofreciéndole a Batasuna la posibilidad de entrar en la coalición nacionalista siempre que aceptase los principios de Na-Bai. El partido de Patxi Zabaleta sabía que Batasuna nunca aceptaría una oferta así, pero lo importante es que de cara al electorado fueran los de Arnaldo Otegi los que hicieran el papel de malos, el partido del ‘no’, el que rechazaba la unión de los nacionalistas.
El resultado de todas estas operaciones cruzadas ha sido el abandono de Batzarre -la única sigla no nacionalista que había en la coalición-, el enfrentamiento de EA con los demás socios y el acercamiento defensivo de Aralar, el PNV y los independientes. Los enredos desestabilizadores de Batasuna no han tenido mal resultado de momento, aunque todavía no ha terminado esta historia.
Florencio Domínguez, 25/1/2011