La Constitución Española tiene 169 artículos, pero Sánchez solo parece recordar uno, sobre el que ayer insistió a Núñez Feijóo: “Este es un Gobierno que cumple la Constitución. ¿Está usted dispuesto a cumplir la Constitución y renovar el CGPJ?” Pedro Sánchez Pérez, menos lobos.
El Constitucional ha fallado reiteradamente contra decisiones del Gobierno, declarando, por ejemplo, la nulidad de los dos estados de alarma, (SSTC148/2021 de 14 de julio y 183/2021, de 27 de octubre); el cerrojazo al Parlamento durante seis meses, (STC 86/2021, de 5 de octubre); la entrada de Pablo Iglesias y de Iván Redondo a la Comisión del CNI y el nombramiento de Rosa Mª Mateo como administradora única de RTVE (134/2021).
El Tribunal Supremo se opuso por unanimidad de la Sala 2ª al indulto a los golpistas catalanes, que ayer volvía a mostrar Pedro Sánchez, tan ufano, ante la senadora Mirella Cortès, de ERC, como prueba de la decidida apuesta del Gobierno por la convivencia y del respeto que Sánchez y cuadrilla tienen “por la ciudadanía catalana, vote lo que vote”. Justo al revés del nulo respeto que tiene por la ciudadanía del conjunto de España, si vota al PP o a Vox.
También la Sala 2ª del Supremo se opuso por unanimidad al indulto a Juana Rivas, así como a juzgar los crímenes de la dictadura franquista cubiertos por la Ley de Amnistía (46/1977 de 15 de octubre) que con muy buen criterio le parecía irretroactiva al alto tribunal.
Núñez Feijóo estuvo paciente y pedagógico explicando a Pedro Sánchez que gobernar no es resistir. No pisó la raya que ya había hollado dos veces en el Congreso al calificar de ‘mangantes’ a los miembros del principal partido de la oposición. Mangantes, dice el tipo que tiene condenados a dos presidentes de su partido, dos presidentes socialistas de la Junta de Andalucía, (700 millones) a punto para la ratificación de sus condenas por el Supremo.
Además mintió con la desenvoltura que es marca de la casa, sacando pecho por el comportamiento (ejemplar, en su opinión) del PSOE en la oposición, en el pacto contra el terrorismo, aquel que firmó Zapatero con Aznar el 8 de diciembre de 2000, mientras Eguiguren se preparaba para pactar con Otegi en el caserío Txillarre. Exigía al líder de la oposición la práctica de una oposición útil: “Ustedes solo estorban, estorban, estorban”. También en eso tuvo razón Feijóo: “Esta es una oposición de Estado. Lo que no tiene usted son socios de Estado”.
Había en el líder de la oposición verdad y razón que Pedro Sánchez ni siquiera alcanzaba a barruntar. Pero como era de esperar, la oferta de mano abierta del presidente del PP, sin insultos y sin bronca, su propuesta de “sumar y construir” cayó en saco roto, en parte por el insuperable cinismo del inquilino de La Moncloa, el gobernante más impresentable que hemos conocido en democracia y que se permitió tachar de indecente a Rajoy en un debate electoral. El ambiente se enturbiará a medida que Sánchez se tema que el día 19 no llega con su Espadas al 30% de los votos. No sé, habría que volver sobre su tesis o sobre la sauna para gays en la que su suegro, Sabiniano Gómez, hacía grabar a sus clientes, según acaba de declarar el ex comisario Villarejo. Ah, si el PSOE tuviese la decencia del Partido Conservador británico para plantear una moción de censura contra su propio presidente. Aunque fuera para perderla, pero no es el caso.