- Mujer joven se enfrenta a pacíficos militantes de VOX en Valencia. “Me reiré cuando estéis en fosas enterrados en cal”
En un vídeo que circula por las redes, grabado por una de las personas que estaban tranquilamente en una carpa informativa que el partido de Abascal tiene repartidas por todo el territorio nacional, una mujer increpa, insulta y amenaza con reírse cuando todos los de VOX estén enterrados en fosas de cal. Payasa, mamarracha, descerebrada, fascista, fuera de nuestros barrios, todos los gritos de ritual de esa dictadura feroz revestida de revolución izquierdosa que pretenden hacernos pasar por el mejor de los futuros para España. Lo de los barrios tiene tela porque cuando, cada vez más poseída, espeta a un señor lo de “¡Fuera de nuestros barrios!”, éste le contesta sonriendo que aquel es su barrio y que a ver si le enseña el título de propiedad que demuestre que el barrio es de ella. La aludida, lógicamente, se pone en todos sus estados.
El incidente es ejemplarmente ilustrativo de que ante los insultos esos peligrosísimos fascistas, esas amenazas con dos piernas para la democracia y la clase obrera, esos demonios que solo disfrutan con la dictadura se limitan a contestar con educación y, digámoslo sinceramente, una paciencia que ni el santo Job hubiera tenido. Cualquiera se da cuenta al ver a esa muchacha que padece un serio trastorno de ira que la lleva a adoptar una agresividad que podría acabar muy mal para ella como para el receptor de esta. ¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Qué hace que alguien, por muy de izquierdas que sea, se lance en tromba contra personas que lo único que hacen es repartir folletos, llaveros y pulseras informando de su programa a quienes se les acercan? ¿Qué demonio roe las almas de los que entienden la política como el medio para aniquilar al adversario?
Los que dicen representar a los trabajadores, a los campesinos, a los que integramos eso que se llamaba en mis épocas de anarquista las clases populares, no tienen ni idea de lo que nos está pasando ni ganas de saberlo
Es simple. Los que dicen representar a los trabajadores, a los campesinos, a los que integramos eso que se llamaba en mis épocas de anarquista las clases populares, no tienen ni idea de lo que nos está pasando ni ganas de saberlo. Les han calafateado el cerebro a base de consignas con lo que se libran de la funesta manía de pensar. Todo lo que no su partido, su ideología, tan confusa como ilógica si nos atenemos a lo que la lógica debe ser, esto es, “el método o razonamiento en el que las ideas o la sucesión de los hechos se manifiestan o desarrollan de forma coherente y sin que haya contradicciones entre ellas” no tiene cabida en su mundo.
En este campo Hegel dejaba sentada la conocida trilogía de tesis, antítesis y síntesis para establecer una lógica clara. Ignoro si esta joven la conoce o si ha oído hablar de Putnam, Birkhoff, Von Neumann o Dummett. Pero le diría algo: su lógica personal es perversa, violenta, irracional y nace de una pasión carente de base empírica. Es usted ilógica y, por tanto, susceptible de decir o hacer cosas carentes de sentido, lo que no deja de ser curiosísimo cuando desde el córner izquierdo se apela siempre a la racionalidad, achacando al contrario, a la derecha, la mixtificación irracional de conceptos como patria, Dios, familia o sociedad.
Recuerden, siempre dijeron aquello de “familia, prejuicio burgués destinado a desaparecer”. En fin.
Esa mujer me inspira lástima, así como una razonable irritación por su conducta asocial. Podría ser mi hija o la de muchos de ustedes. Ejemplifica nuestro fracaso como sociedad, capaz de producir individuos sí. Rogaría a su entorno – una compañera suya la insiste a lo largo del vídeo a que lo deje estar, pero ella vuelve, y vuelve y vuelve – que le den apoyo, afecto y comprensión. Porque está enferma. enferma de odio. Necesita ayuda profesional. Alguien que dice que se reirá cuando vea a quien no piensa como ella sepultado en una fosa de cal viva no está bien. Está pidiendo a gritos el concurso de un psiquiatra, de terapia, de medicación incluso.
Gracias, Sánchez, por habernos traído hasta aquí y gracias por haber corrompido a la gente hasta este punto.