Entre Casanova y Companys

El tipo que preside la Generalidad aprovechaba ayer la Diada para hacer una de sus proclamas. Se cumple el próximo 15 de octubre el 80 aniversario del fusilamiento de Lluís Companys en el foso de Montjüic. El ex presidente había sido detenido en París por la Gestapo y entregado a Franco en una operación en la que también fue apresado Julián Zugazagoitia, director de El Socialista y ministro del Interior en el Gobierno de Negrín, que fue fusilado 25 días después en las tapias del cementerio del Este (actualmente a Almudena).

Quim Torra aprovechó la jornada para exigir a España “un acto solemne en el que el jefe del Estado y el presidente del Ejecutivo, públicamente, pidan disculpas por la persecución, detención y fusilamiento del ex presidente de la Generalitat, Lluís Companys”. Achacar a la España democrática la represión del franquismo es una maña característica del nacionalismo. Con análogo criterio suele exigir el alcalde de Gernika que se pida perdón por el bombardeo de la Legión Cóndor en abril de 1937.

Torra también quiere que se pidan disculpas a los miles de catalanes muertos en el exilio o en los campos nazis. A los catalanes que no parece recordar es a los más de 8.000 fusilados en la Cataluña en guerra bajo su presidencia. Por otra parte, es cierto que fue condenado por un consejo de guerra, pero no fue la única censura penal que mereció Companys. El 6 de junio de 1935 fue condenado junto a seis de sus consejeros a 30 años de reclusión mayor por el Tribunal de Garantías Constitucionales de la República, que los halló culpables del delito de rebelión militar por el golpe de estado del 6 de octubre de 1934, una asonada grotesca que duró diez horas y que fue sometida  con eficacia por el general Domingo Batet Mestre, uno de mis héroes republicanos, fusilado por Franco en febrero de 1937.

Torra pincha en hueso al exigir tamaño disparate a Felipe VI, aunque no anda tan descaminado al hacerle la exigencia a Pedro Sánchez. Está más en la naturaleza de los socialistas. Tengo para no olvidar el primer año del zapaterismo, cuando la vicepresidenta De la Vega acudió a Montjüic para conmemorar el fusilamiento de Companys, pero ningún socialista homenajeó el 9 de noviembre a Julián Zugazagoitia, que era bastante más decente que el político de ERC. Es un distingo que hará con mucho gusto el presidente que lamentó públicamente el suicidio de un terrorista etarra en su celda de Martutene, pero que no ha expresado pesar alguno por los seis guardias civiles que se han quitado la vida con su arma reglamentaria en lo que llevamos de 2020.

Esto es lo que hay y esta es la gentuza que gobierna la Nación. Ayer se celebró la Diada, otra superchería histórica  con que el separatismo trata de cimentar sus fantasías. Muchos catalanes creen con ignorancia invencible que Rafael Casanova, conseller en cap que dirigió la resistencia contra las tropas borbónicas el 11 de septiembre de 1714, falleció en el asedio. Nada más falso. Resultó herido, pero obtuvo el perdón real y volvió a ejercer la abogacía. Vivió 29 años más, hasta el 2 de mayo de 1743.