Javier Zarzalejos-El Correo

  • Ahí está Pamplona para desmentir tanta promesa enfática de que los socialistas nunca dejarán que gobierne Bildu en el País Vasco

Los socialistas no dan abasto. Y no solo porque el escándalo de corrupción que ha estallado con riesgos metastásicos les tenga más ocupados de lo que podían esperar, sino porque les ha dado por las imágenes ‘ingenieriles’ para describir su política. Pedro Sánchez construye un muro contra la mitad de los españoles, un muro de ‘apartheid’ político para ensalzarse como guardián de la democracia contra la derecha y la extrema derecha. Un muro que necesita para dar sentido a su estrategia polarizadora una vez asumido el axioma de Carl Schmitt que define la política como la dicotomía irreductible amigo-enemigo.

Es claro que, en una estrategia de esta naturaleza, un marco constitucional que se asienta en un consenso histórico simplemente estorba. Para neutralizarla, para privarla de contenido y del sentido histórico que representa la Constitución, a esta se le han abierto desde el Gobierno y su partido varias costuras. Desde la implantación de una memoria llamada democrática que, en el fondo, busca deslegitimar el relato fundacional de la democracia constitucional española de 1978 hasta la forja de una alianza de poder con aquellos que son enemigos declarados del marco constitucional -algunos de los cuales reivindican el terrorismo como un ciclo necesario- y que solo se diferencian en el grado de posibilismo con el que agendan la destrucción del Estado.

Por su parte, el candidato socialista a las elecciones autonómicas vascas se compromete a construir un dique -esta vez no es muro- para evitar que Bildu gobierne. Sabe que rema contracorriente y que, con la credibilidad bajo mínimos tratándose de compromisos de no gobernar con Bildu, solo le faltaba al aspirante socialista que el mensaje de Sánchez después de la masacre electoral sufrida por el PSOE en Galicia consistiera en culpar a la debilidad de los liderazgos autonómicos y convocar a consolidar liderazgos territoriales «más allá de las siglas del PSOE». Eso es exactamente lo que intentaron los socialistas en Galicia, trabajando para el BNG con tal de que el PP no obtuviera la mayoría absoluta. Y les salió muy mal.

El problema para los socialistas vascos es que Sánchez es mucho más creíble como constructor de muros que excluyan a la mitad que el candidato del PSE construyendo diques para que no gobierne Bildu. Ahí está Pamplona para desmentir tanta negación enfática de que nunca dejarán que gobierne Bildu. Y, además, ¿por qué le van a hacer ascos a Bildu precisamente los socialistas, que no paran de exaltar lo mucho que Bildu ha hecho para sacar adelante las medidas sociales del Gobierno y lo buen socio que es? ¿Por qué no habrían de ayudar a gobernar a Bildu cuando todos vemos la deferencia exquisita con que Sánchez trata a la portavoz Aizpurua -de sobra conocida en su trayectoria- y cómo hasta les da el pésame en la solemnidad del Parlamento por el suicidio de un preso de ETA?¿A qué viene ponerse estupendo ahora porque Bildu no condene el terrorismo de ETA cuando esa es una falla moral y política que hace mucho tiempo ha dejado de tener ningún valor y ninguna consecuencia para el PSOE?

De momento, al candidato socialista vasco le queda por expresar unas cuantas veces eso de que nunca pactarán con Bildu. Tantas como las veces que Sánchez negó que lo haría. A estas alturas no es un cambio de opinión; es, simplemente, una mentira, una impostación forzada por las urgencias electorales.

Ese Bildu posible ganador de las elecciones autonómicas es una criatura alimentada en buena medida por el PSOE. Por su blanqueamiento de una trayectoria de convivencia y obediencia política al terrorismo de ETA sin arrepentimiento ni condena; alimentada por la renuncia de los socialistas a hacer valer sus siglas, para amalgamarlas en ese frente de izquierda y nacionalistas que mantiene en el poder a Pedro Sánchez a costa de hacérselo perder a los demás de su partido en las comunidades autónomas. Una criatura alimentada por la coartada moral de que, con tal de parar al PP, todo vale, todo acuerdo es legítimo, todo desbarre moral es redimible. Una criatura política como Bildu, nacida para seguir intentando la destrucción del Estado y de la sociedad pluralista vasca por otros medios, después de que llegaran a la conclusión de que el coste del terrorismo se había hecho ya inasumible y había que parar.

¿El PSOE dique frente a Bildu? Dique como mucho de arena, de esos que hacen los niños en la playa y que solo resisten entre ola y ola. No, el PSOE no construye diques frente a Bildu, sino muros contra el acuerdo. En eso, desde luego, ha demostrado su maestría.