Cristian Campos-El Español
 

Pedro Sánchez estuvo en el funeral de María Teresa Campos el pasado 5 de septiembre. Sólo unas horas antes, el presidente había recibido a sus hijas Terelu y Carmen Borrego en la Moncloa, como si fueran primeras ministras.

Ambas se fueron del palacete presidencial en coche oficial y con un regalo en la mano, una foto de Pedro Sánchez de manos de Pedro Sánchez y firmada por Pedro Sánchez donde también aparecía, por lo visto, su madre.

Sánchez estuvo en la capilla ardiente de Concha Velasco, en la de Montserrat Caballé y en la de Almudena Grandes. Estuvo en la de David Sassoli, presidente del Parlamento Europeo, y en la de Alfredo Pérez Rubalcaba, aunque todos los españoles saben que no se soportaban.

No estuvo sin embargo en el funeral por las víctimas de la Covid ni en el de los dos guardias civiles asesinados en Barbate. Sánchez no va a los funerales donde pueden silbarle, pero sí a aquellos donde le piden autógrafos. Es un criterio como cualquier otro.

Sánchez ha dedicado tres tuits a los Goya y uno a los agentes asesinados, a los que ha despedido con las fórmulas de rutina. «Lamento profundamente», «un sentido abrazo a sus familiares» y «mi reconocimiento a la gran labor».

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En agosto de 2022, el Gobierno de Pedro Sánchez decidió retirar la OCON Sur, la unidad especializada que se enfrentaba al narcotráfico en el Estrecho.

Lo hizo sólo cinco meses después del acuerdo con Marruecos en el que España entregaba la soberanía del Sáhara, y dos meses después de la reunión del ministro Marlaska con el ministro del Interior marroquí.

La 1 insinuó este lunes, por boca de Silvia Intxaurrondo, que esa unidad fue retirada porque utilizaba «métodos de nula legalidad».

Intxaurrondo lo hizo con la fórmula con la que los periodistas nos solemos quitar el muerto de encima, y nunca mejor dicho en este caso: «hay medios que dicen que…».

Esos medios dicen que la OCON Sur había colocado alguna baliza de seguimiento ilegal, algo que por lo visto vulnera el derecho a la intimidad de los narcotraficantes.

También dicen que la OCON Sur había llegado a detener a algún inocente, entendiendo «inocente» como cualquier delincuente al que se deja en libertad por falta de pruebas, por algún tecnicismo legal o por cualquier otra circunstancia. Entre esas circunstancias, y en bastantes ocasiones, la de ser un confidente de la Guardia Civil.

Pero para qué entrar en detalles si diciendo que la Guardia Civil utiliza «métodos de nula legalidad», aunque no tengas ni idea de cuál es esa legalidad, ya has conseguido plantar en la cabeza de tus espectadores la sospecha de que las fuerzas y cuerpos de seguridad españoles son poco más o menos que la policía rusa a las órdenes de Putin, esa a la que se le caen los detenidos por la ventana.

En este caso Putin sería, por supuesto, algún mando de la Guardia Civil de medio pelo, jamás Sánchez o Marlaska.

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Algún dato interesante más.

El tráfico de hachís supone el 10% del PIB de Marruecos, una cifra similar a la que representa en España nuestra primera industria nacional, que es el turismo (12% del PIB).

Marruecos es, además, el primer productor mundial de hachís.

España es la puerta de entrada de la droga africana al resto de Europa. Sin ese tráfico y sin esa puerta, la economía marroquí retrocedería hasta niveles tercermundistas.

Ellos se juegan mucho. Pero nosotros, ¿qué nos jugamos? Es una buena pregunta.

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En Galicia se traficaba con tabaco de estraperlo en los años 60 y 70 hasta que la dejadez de las autoridades, por razones imposibles de adivinar, generó un espacio de impunidad que llevó a los clanes a convertirse en traficantes de hachís y cocaína. Luego esas redes se desmantelaron, pero desde hace unos años se está viviendo un repunte del narcotráfico en Galicia.

En Barbate, Sanlúcar y San Fernando ha ocurrido lo mismo. Del tráfico de hachís se ha pasado al de cocaína, mucho más rentable, pero sobre todo más violento.

Las mafias ya no son sólo locales, sino también marroquíes. Y España ha pasado de ser el puente que utiliza África para meter su droga en Europa a productora de esa droga. En los últimos diez años se han desmantelado casi 130 laboratorios de cocaína en España.

En marzo de 2023, la Policía Nacional descubrió un laboratorio en Pontevedra que producía 200 kilos al día con una pureza superior a la colombiana.

Los dos guardias civiles asesinados en Cádiz no serán los últimos, sino los primeros de esa larga lucha contra el narcotráfico que le espera a España durante los próximos años.

Habrá más muertos, y Pedro Sánchez no acudirá a los funerales para que no le silben.

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Al problema del crecimiento del narcotráfico en España nuestro presidente ha respondido solidarizándose en Twitter con Inés Hernand, la principal cara visible de esa telebasura española que se alimenta hoy de las redes como antes se alimentaba de la farándula.

La telebasura ha sido siempre un negocio catalán. Javier Sardà embruteció con ella a varias generaciones de españoles y Jorge Javier Vázquez, que es de Badalona, la llevó a sus más bajas cotas.

Las principales productoras de telebasura han sido siempre catalanas y también lo han sido muchos de sus presentadores y colaboradores. En Cataluña se vanaglorian de no tener telebasura. Se les olvida que ellos han exportado toda la producción local, como hace Marruecos con su hachís, pero que se han quedado con TV3, el fentanilo de la telebasura.

La entrada de una madrileña en el negocio supone, al menos, una novedad en el pantano. Veremos si Hernand está a la bajura de sus predecesores.

De momento, lo está niquelando. El otro día, Hernand eructó en directo en perfecto catalán.

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Si Sánchez no se pierde un solo funeral televisivo, pero se ausenta de los sepelios de los agentes de la Guardia Civil asesinados, es porque conoce bien a su público. Una amiga periodista lo llama «la España de las peluquerías». Ella, que es socialista, lo dice como un halago porque considera que esa es la España real y no la de las secciones de Opinión de los medios. Y tiene razón, por supuesto.

Ella dice también que todos los estudios demoscópicos demuestran que el voto al PSOE de Sánchez es principalmente femenino. Y también tiene razón.

Lo que opina Sánchez de las mujeres queda claro sin embargo cuando ves que todas sus apariciones sociales, las que no son estrictamente políticas, giran alrededor del mundo de Sálvame, de Jorge Javier Vázquez, que por algo presentó su último libro, y de las presentadoras que se sorben la nariz en directo.

Ni media duda tengo de que mi amiga es la que tiene razón y yo el que ando desubicado, aunque sí creo tener un concepto más elevado de lo que es una mujer y de cuáles son sus intereses que el presidente.

Cuando empiecen a morir por sobredosis los jóvenes de Barbate, Sanlúcar y San Fernando, como antes ocurrió en Galicia, aparecerán sus madres llorando en directo y en La 1 dirán que las principales víctimas del narcotráfico son las mujeres.

Quizá incluso veamos pasar, al fondo del plano, el cadáver de un agente del GAR flotando en el Guadalquivir sin que nadie le haga ni puto caso, entretenidos como estaremos con la presentadora que eructa y le lanza vivas al presidente.