EDITORIAL EL MUNDO – 29/07/17
· Al Presidente del Gobierno le bastó ayer presentar algunas cifras irrebatibles para hacer el tradicional balance de la evolución del país en esta primera mitad del año. Tiene motivos para ello y, por esta vez, Rajoy puede presumir de resultados, a pesar de que, como hemos dicho en otras ocasiones, la propia buena marcha de la economía haya retrotraído el afán reformador con el que este Gobierno empezó a funcionar en 2012.
La actividad económica crece a un ritmo del 3% anual y es ya el tercer año que lo hace de esa forma. El mercado de trabajo marcha a velocidad de crucero; se han creado 512.000 puestos de trabajo en el último año y 1,9 millones desde que el PP asumió el Gobierno. Y, lo que es más importante, se confirma un cambio sustancial en el patrón de crecimiento que si antes de la crisis tenía como uno de sus fundamentos la construcción, ahora ha pasado al sector exterior, de forma que las exportaciones suponen ya el 33% del PIB. A ello se une la consolidación de las cuentas públicas –el ministro de Economía, Luis de Guindos, dijo el miércoles que España podría salir del procedimiento por déficit excesivo este mismo año– para concluir que por el lado económico el Gobierno se puede dar por satisfecho con lo conseguido hasta ahora.
Aunque es cierto que quedan aspectos clave por consolidar todavía, como la corrección del alto desempleo juvenil y del paro de larga duración, la acomodación de los salarios a la bonanza económica o la reducción de la deuda pública, lo cierto es que España es ahora un país que inspira confianza a los inversores y es puesto como ejemplo por distintos organismos internacionales. Queda por saber si con una mayor decisión en las reformas que se le piden al Gobierno –Administración, mercado laboral, educación, liberalización de servicios,…– los resultados hubieran sido mejores.
El Gobierno cuenta además con la suficiente estabilidad presupuestaria para asegurar prácticamente los cuatro años de legislatura, gracias al apoyo de Ciudadanos y el PNV, entre otros partidos. Se trata de una garantía de la continuidad de una política económica que está dando frutos. Por otro lado, el Gobierno ha conseguido orillar la corrupción de la primera línea, tras la reciente declaración judicial del propio Rajoy.
Sin embargo, todo lo que es optimismo en la economía se torna incertidumbre si entramos en el terreno político, con el desafío separatista de la Generalitat y el anuncio del referéndum ilegal de autodeterminación para el 1 de octubre. El presidente se refirió a ello con profusión durante su comparecencia de ayer. Anunció la presentación de un recurso de inconstitucionalidad contra el nuevo reglamento del Parlament por el que se podrá aprobar sin los trámites parlamentarios establecidos la legislación relativa al proceso de desconexión.
El Gobierno considera que con la expulsión de la oposición del debate legislativo «se puede estar vulnerando el derecho de participación política de la minoría parlamentaria». Rajoy añadió que se informó de la decisión al PSOE y a Ciudadanos, que apoyaron la medida, algo fundamental porque la unidad de acción de las fuerzas constitucionalistas ante el independentismo es una garantía de victoria.
Con todo, el independentismo mantiene su reto suicida al Estado y ayer los diputados secesionistas rubricaron en conjunto la ley del referéndum. Mientras, el Gobierno incrementa su reacción para frenar el desvarío por cauces políticos, como el control de las cuentas de la Generalitat, o judiciales, con los distintos procesos abiertos contra altos cargos que han tomado decisiones presuntamente ilegales.
El Ejecutivo no quiere dejar ni un resquicio en la lucha por evitar el referéndum: «En un país democrático eso no puede ocurrir», afirmó. A pesar de la escalada de acciones y reacciones, los inversores internacionales no ven en el horizonte un hipotético choque de trenes entre el Gobierno y la Generalitat. Por eso la prima de riesgo se encuentra estable por debajo de los cien puntos básicos.
EDITORIAL EL MUNDO – 29/07/17