Cataluña era ayer un equilibrio entre la cola de los vecinos de Arenys votando su querencia independentista y las colas de 14 kilómetros de automovilistas que habían aprovechado el puente patriótico para negar en la medida de sus posibilidades la territorialidad. «Voy a hacer una España tan federal que no os vais a querer ir», había dicho Zapatero a la tropa de ERC en plan augur.
Lástima que el cineasta Henry Cornelius muriese hace medio siglo, porque ayer habría disfrutado mucho en el referéndum de Arenys de Munt. Cornelius dirigió en 1949 Pasaporte para Pimlico, una divertida comedia ambientada, como su propio nombre indica, en Pimlico, una pequeña comunidad ubicada en el centro mismo de Londres, en el barrio de Westminster. Se trataba de un barrio encantador, muy visitado por turistas, en el que unos vecinos encuentran en un sótano bombardeado un antiguo tratado -probablemente de Utrecht- que les lleva a cargarse de razones para declarar unilateralmente la independencia del barrio.
O sea, Arenys de Munt, un municipio de 8.023 habitantes, según el censo de 2008, situado en la comarca de Maresme y cuyos habitantes sienten el tirón catalanista como una vida mía: el partido más votado en las últimas municipales fue IpC, con el 25,2%. Los cinco partidos catalanistas, incluido el PSC, que quedó el cuarto, sacaron el 87,4% de los votos. El PP, el 1,4%, no diré más.
Cataluña era ayer un equilibrio entre la cola de los vecinos de Arenys votando su querencia independentista y las colas de 14 kilómetros de automovilistas que habían aprovechado el puente patriótico para negar en la medida de sus posibilidades la territorialidad.
El modelo de Arenys de Munt está a medio camino entre Pimlico, en la definición de objetivos, y Consuegra, en el procedimiento. Consuegra es un municipio toledano que, en el último referéndum del franquismo, para aprobar la Ley Orgánica del Estado en 1966, registró más votos afirmativos que número de habitantes censados. En el que convocó Suárez 10 años más tarde para sacar adelante la Reforma Política, pasó justo al revés. Los vecinos salieron a manifestarse en masa para protestar por que hubiera ganado el no, cuando era de general conocimiento que la mayoría de los ciudadanos había votado afirmativamente. Los resultados de Consuegra fueron anulados.
En el caso de Arenys no va a hacer falta, porque el referéndum es ilegal y los resultados están condenados a ser nulos desde el mismo momento de su convocatoria. Aunque la participación está 15 puntos por debajo de la alcanzada en el referéndum del Estatut, va a cundir el ejemplo y dentro de un mes se van a convocar otros 60. Es natural que el censo haya aumentado con los chicos -y las chicas, claro- mayores de 16 años. Si son independientes para abortar, ¿por qué no han de poder votar la independencia?
«Voy a hacer una España tan federal que no os vais a querer ir», dijo Zapatero a la tropa de Esquerra Republicana en plan augur. «Cuando finalicemos la reforma del Estatut, Cataluña será más España y España estará más unida», dijo el número dos del partido, Pepe Blanco. «España está más cohesionada que nunca», explicaron, cada uno por su lado, la vicepresidenta primera y José Montilla. En fin, que Santa Lucía, patrona de los ciegos y las modistas, extienda su manto protector sobre el Gobierno de España y acierte a conservar la vista a sus miembros y miembras, así como esa portentosa habilidad para dar puntadas sin hilo. Y sin aguja.
Santiago González, EL MUNDO, 14/9/2009